La crisis entre los Estados Unidos y Rusia se ha generado, tanto porque Putin tiene el “Síndrome de Pedro El Grande”, de restructurar el imperio ruso, como por las implicaciones que para Rusia tendría la eventual incorporación de Ucrania a la OTAN o el envío de fuerzas para “protegerla”.
En medio de mutuas amenazas, funcionarios rusos han afirmado que, si se diera la entrada de fuerzas de la OTAN a Ucrania, Rusia podría hacer lo mismo en Cuba y Venezuela. Aunque son bravuconadas para influir en la negociación, Rusia está utilizando a los dos países como peones dentro de la geopolítica mundial.
Se ha revivido el recuerdo de la crisis de los cohetes de 1962, que puso al mundo al borde de una guerra mundial.
La Unión Soviética estaba muy preocupada porque los Estados Unidos en el marco de la OTAN, habían instalado cohetes en Turquía, que apuntaban contra sus principales ciudades. Hizo entonces una jugada maquiavélica.
Le dijo a Fidel Castro, sin revelar la fuente, que tenía informaciones de que los Estados Unidos, iban a invadir a Cuba con fuerzas terrestres, navales y aéreas. Agregó que, para neutralizar la amenaza, se podrían instalar en territorio cubano, a 90 millas de los Estados Unidos, unas plataformas de cohetes y reforzar con tanques y aviones MIG sus fuerzas armadas.
Kruschev envió a Cuba a Sharaj Rashidov, secretario del partido en Uzbekistán, y al Mariscal Serguei Biryuzov jefe de las fuerzas de cohetería, para que se entrevistaran con Fidel y Raúl Castro. Después de una breve consulta con unos pocos amigos, Fidel aceptó la propuesta y se entraron a definir los detalles. Era poner a Cuba en la guillotina, ya que se sabía que los Estados Unidos no iban a permanecer impasibles. Años después Fidel afirmó que el plan de invasión si existía. Sin embargo, esos “planes” los hacen todos los países respecto a sus vecinos.
Se procedió rápidamente. Cinco meses después, entre el 14 y el 15 de octubre los norteamericanos con un avión espía U-2, detectaron las plataformas. Aunque los militares recomendaron la invasión a Cuba, Kennedy optó por el bloqueo naval con 183 buques de guerra, mientras que en La Florida se concentraron 579 aviones de combate y cinco divisiones del ejército. Cuba se movilizó y el mundo se aterró.
En medio de la tensión, los soviéticos enviaron a Kennedy la propuesta de retirar los cohetes de Cuba, a cambio del retiro de los cohetes norteamericanos de Turquía y luego de la no invasión a Cuba. Kennedy la aceptó. Los soviéticos procedieron de inmediato al desmantelamiento de la base, sin ni siquiera contarle a Fidel Castro. El desdén por la soberanía cubana fue ofensivo.
Ahora con las amenazas de los rusos de enviar fuerzas, sin excluir cohetes, a Cuba y Venezuela, el primero que debería públicamente rechazar esa posibilidad es Maduro. Venezuela, que en un conflicto en grande escala tendría mucho que perder, desaparecería.
Estoy convencido de que ni sus fuerzas armadas, ni el pueblo venezolano aceptarían convertirse en peleles. Seguramente Bolívar se levantaría de su tumba para impedir la inmolación de su patria.
Los cubanos, que ya pasaron por eso, no van a servir otra vez de monigotes para que los Estados Unidos y la OTAN no ocupe la remota Ucrania. Ya Cuba no depende exclusivamente de Rusia y sabe manejar las cosas.
(*) Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la Universidad del Rosario.