Se escucha un sinfín de análisis y conjeturas acerca de la derrota que acaba de sufrir en las urnas el famoso Pacto Histórico, funesta alianza de la izquierda que contribuyó a llevar el poder al socialismo en nuestro país, experimento político que desembocó en los desastrosos resultados que observamos en la economía, en la calidad de vida, en las relaciones internacionales, en la polarización del electorado, en el incremento de la inseguridad, en la injerencia indebida del Ejecutivo en los otros poderes, en el empoderamiento de las organizaciones al margen de la ley y en el fortalecimiento de la condición de Estado gobernado por un régimen cuasi dictatorial.
Aunque el pueblo se pronunció en forma contundente rechazando la ideología del gobierno y sus ejecutorias, el jefe del Ejecutivo y todos sus principales alfiles siguen insistiendo en que, como decía Maturana, “perder es ganar”, tratando de engañar a los incautos, manifestando sin sonrojarse que la izquierda ganó las elecciones, desconociendo públicamente que se les esfumaron ocho millones de votos de sus víctimas inocentes, que para la elección del 2022 cayeron en la trampa de la demagogia, del discurso engañoso y de las famosas bodegas con su diatriba en contra de los opositores.
Es cierto que la izquierda se encuentra debilitada y posiblemente desencajada por el impacto de las elecciones, pero no ha desaparecido del escenario político; desde el pasado domingo deben estar reagrupando sus huestes y rediseñando las estrategias para recuperar el espacio perdido, buscando llegar fortalecidos para las elecciones del 2026, lo cual es una reacción natural. Lo complejo está en determinar cuáles serán las maniobras del líder del progresismo para reposicionar la izquierda y afectar el centro y la derecha, tendencias políticas que han salido fortalecidas con el voto popular.
Sin lugar a duda, promover una constituyente debe estar en el menú político de los zurdos, ya que con ella podrían manosear la Constitución como lo hizo el gobierno Santos y lograr imponer los cambios y reformas que le han sido esquivos hasta ahora. En el plato del día posiblemente se está considerando la creación de las milicias populares con las guardias indígenas, campesinas y cimarronas, que ya se encuentran en las goteras de Bogotá, así como legalizar la primera línea, sacar a la Policía del sector Defensa, crear la policía local, producir el descalabro del sistema de salud y favorecer el desastre de las EPS, impulsar la afectación de la propiedad privada, y todas las zancadillas posibles al Estado de Derecho para aniquilar al capitalismo, enemigo acérrimo del marxismo leninismo que defiende la ideología comunista.
Lamentablemente, el país sigue siendo arrastrado por la senda equivocada; el gobierno continúa hablando de paz total cuando la violencia se ha incrementado en todo el territorio nacional, cuando el secuestro se ha multiplicado; cuando el Ejército se retira de El Plateado, Argelia (Cauca) por presión de la población amedrentada por la subversión; cuando el costo de vida está por las nubes y el precio de la gasolina sube en 15 meses el 58 % y nadie se pellizca; cuando se imponen impuestos a la comida que van a afectar a las clases populares; cuando miles de tenderos van a tener que cerrar sus negocios; cuando a nivel internacional se defiende a Hamás sin condenar sus atrocidades.
Muchos nos preguntamos si al haber pasado el furor de las elecciones ahora sí la justicia tendrá el tiempo necesario para adelantar las investigaciones de posibles delitos en la campaña que llevó al poder al jefe de gobierno, pues con las afirmaciones de Benedetti sobre los 15.000 millones de pesos y las declaraciones del exmagistrado venezolano Luis Velásquez Alvaray de que esta campaña recibió plata del cartel de los soles, como afirma un medio de comunicación, o las denuncias que hiciera el hijo del jefe de Estado sobre dineros ingresados en la campaña, hay tema y causa suficiente para que estas no sigan en el limbo, al igual que las investigaciones por lo ocurrido con el dinero desaparecido de la señora Laura Sarabia, ahora Directora de Prosperidad Social.
El país no se puede dejar arrastrar hacia una nueva constituyente ni puede bajar la guardia por un sentimiento de triunfalismo con los resultados de las pasadas elecciones. Ahora es cuando la izquierda replanteará nuevas estrategias para mantenerse en el poder. Es probable que se incremente la violencia para atemorizar a los colombianos y para ello las negociaciones con el ELN estarán orientadas a que brille la impunidad.
El verdadero cambio tiene que producirse con las elecciones de 2026.