El senador Álvaro Uribe puede ponerse muy bravo, criminalizar a quien lo descubre, o tratar de distorsionar sus propias afirmaciones para adaptarlas a lo que hoy le conviene, pero no puede negar que cuando era presidente sostenía públicamente que para hacer la paz era necesario que el gobierno ofreciera exactamente lo mismo que hoy censura: elegibilidad política para todos los guerrilleros, amnistía e indulto que cubriera incluso delitos atroces y cese al fuego bilateral.Esta semana pude recopilar más pruebas de sus posturas públicas y, además, de su correspondencia secreta con la guerrilla. Al revés de lo que ahora sostiene, sus afirmaciones no eran simples hipótesis lanzadas en una entrevista, sino una oferta presidencial a la guerrilla presentada por él como el desarrollo lógico de su política de seguridad democrática.La presentación la hizo el entonces jefe de Estado con todas las formalidades del caso. En la Casa de Nariño, con la bandera nacional al fondo y sosteniendo que su gobierno estaba “abierto a la reconciliación”. Jamás mencionó la palabra “inamovible”.La grabación empieza mostrando a un animado mandatario manifestando que estaba dispuesto a reunirse personalmente con Tirofijo y la cúpula de las Farc: “Quiero recordar a los colombianos que el gobierno tiene tanta firmeza con la Seguridad Democrática, como apertura hacia la reconciliación. Finalmente la Seguridad Democrática, por eso es democrática, es un camino hacia la paz. Si hay buena fe, un proceso expedito de paz, no un engaño y esa reunión diere una contribución, yo no tendría inconveniente en hacerla”.

Unos segundos después reconoció que la guerrilla y los paramilitares no podían ser tratados con el mismo rasero jurídico: “La Ley de Justicia y Paz, que para sus críticos es muy benigna con los paramilitares, no la van a aceptar las guerrillas. En el momento en que haya un proceso de paz con las guerrillas se necesita una legislación todavía mucho más benigna y en ese instante los paramilitares van a pedir que se aplique el principio constitucional de la extensión de favorabilidad”.

El senador Uribe, quien sostiene hoy de manera intransigente que los acuerdos con la guerrilla no pueden quedar insertados en la Constitución, advertía ese día: “El país tiene que estar preparado si se da un proceso de paz, para hacer unos cambios en el ordenamiento jurídico que seguramente van a tener que estar insertados en el nivel constitucional. Y eso empieza a crear la necesidad de una asamblea constitucional o constituyente para ese momento, que tendría que ser previa dejación de armas”.

Esa dejación de armas –nótese nuevamente que usaba ese término– era el único requisito que exigía para que los guerrilleros que firmaran un acuerdo de paz pudieran participar en política. Ofrecía que fueran elegibles incluso los autores de delitos atroces: “Si un acuerdo de paz exige que vayan al Congreso, ese obstáculo seguramente habrá que removerlo con una norma constitucional. Por ejemplo, la Ley de Justicia y Paz nunca pretendió alterar lo que hay en el ordenamiento jurídico, que prohíbe la amnistía y el indulto para los delitos atroces. Seguramente en un acuerdo de paz con las guerrillas eso habrá que llevarlo a un texto constitucional”.

Ahora, hábilmente, el senador Uribe asegura que “Nunca pasó por mi mente extenderle elegibilidad a los delitos de lesa humanidad”.

Sus palabras lo desmienten. Según el derecho internacional humanitario los “delitos atroces” son el genocidio, los crímenes de guerra y los delitos de lesa humanidad. (Ver definición atroces.jpg)El cese al fuego y de hostilidades bilateral –largamente criticado por el senador Uribe y presentado como una forma de “entregarle el país a la guerrilla”– les fue ofrecido en el año 2006 a las Farc por el gobierno de Uribe. El cabecilla guerrillero Pablo Catatumbo recibió de manos del mediador Henry Acosta Patiño una carta en la que el comisionado de paz de Uribe, Luis Carlos Restrepo, prometía entre muchas cosas un “cese de hostilidades con reciprocidad gubernamental”. (Ver carta.jpg)En los meses de estas declaraciones y ofertas, Álvaro Uribe quería firmar un acuerdo de paz expedito con las Farc que fuera refrendado por una asamblea constituyente con plenas facultades. Incluso, la facultad de levantar cualquier obstáculo que le impidiera a él aspirar a un nuevo periodo presidencial.En esa época veía la paz como un medio para quedarse en la Casa de Nariño. Ahora la ve como un estorbo para volver.