Apreciados lectores, cordial saludo.

Me presento ante ustedes como expresidente del Grupo Éxito, presidente de la junta de la Fundación Éxito, accionista activo del Grupo Éxito y batallador incansable en la lucha por vencer la desnutrición de los niños en Colombia.

Cierto es que corresponde a la sociedad entera, empresarios, educadores, gobiernos y a todos los colombianos, colocar como una prioridad absoluta una nutrición completa y continuada para los niños colombianos, especialmente en los primeros tres años de vida; sin esta nutrición, no se asimila la educación posterior, se pierden los esfuerzos, la inversión y –más grave aún– una gran parte del potencial de aprendizaje y progreso de estos que son nuestros hijos.

Hace mucho tiempo ya, guiados por la inspiración de don Gustavo Toro Quintero, irrepetible personaje en la historia de esta compañía desde hace más de 70 años, esta gran empresa decidió que debía poner un poco más para resolver problemas críticos en el país. Es decir, que su función –en adición a ser económica y de beneficio para los accionistas– debería sumar en resolver las inmensas necesidades sociales que tiene Colombia, nuestra patria.

Desde hace once años, con un grupo de ejecutivos de la empresa, tuve la suerte de escoger como foco de su actuación la nutrición continuada de los niños, especialmente entre los 0 y 3 años de vida.

Es así como –a hoy– con orgullo hemos atendido más de 652.000 niños y niñas que han podido salir adelante gracias a este esfuerzo. Hemos trabajado con más de 150 instituciones y hemos realizado dos evaluaciones de impacto de la mano de la academia y cooperación internacional.

Más importante aún, fuimos los promotores de la Ley de cero a siempre, que es ahora política pública nacional para la primera infancia y atención integral.

El tiempo pasa y hoy llega la hora para mí de agradecer a tantos colombianos, padres, madres, políticos, alcaldes, gobernadores, ejecutivos, empleados, clientes y, en fin, a todos mis compatriotas.

“Todo es eterno mientras dura”. No nos libramos de este refrán, pero sí estamos seguros de que nuestro ejemplo será seguido por todos aquellos que han comprendido la prioridad que ocupa este esfuerzo para un buen desarrollo de nuestro país y una vida más justa y digna en su territorio.

Nuestras acciones perdurarán, aunque todo tenga un principio y un fin.

Mi mayor anhelo es que la labor de la Fundación continúe, que los nuevos propietarios mayoritarios de la compañía, al igual que los demás, sigan apoyándola y que, a la vez que se den un tiempo para entenderla, protejan lo que hace respaldándola conceptual y económicamente.

Quiero al Éxito y a su Fundación como un padre quiere a sus hijos que le han correspondido. Al Éxito le vi crecer y multiplicarse de cuatro a más de 350 almacenes y participé en la creación de varios de sus muchos otros negocios.

A la Fundación la vi pasar de una simple reflexión colectiva a esa milagrosa entidad que ha dignificado la vida de sus receptores, de sus familias y de su comunidad. Para mí, un empleado o una empleada del Éxito o de su Fundación son un hermano o una hermana.

A todos mis compañeros de trabajo en la Fundación, a don Gustavo Toro por su inspiración, consejo, humanidad y disciplina, un GRACIAS, inmenso y eterno.

El buen gobierno corporativo, el cuidado del medio ambiente y la contribución social de las empresas son la nueva realidad.

Sientan siempre que escogimos bien y que fuimos consecuentes.

Me despido hoy de mi labor como presidente de la junta directiva de la Fundación Éxito con un abrazo fuerte y cariñoso.