Nunca es tarde para una acción positiva. Luego de dos años del Gobierno Duque, el vocero más connotado del acuerdo de paz del anterior gobierno, Humberto de la Calle, ha salido a señalar públicamente ante los sectores que se oponen a este gobierno, que el enemigo no es Gustavo Petro, que es una equivocación hacer una gavilla contra el senador y candidato único de la Colombia Humana. Despistados y malquerientes salen a decir que Humberto de la Calle es ahora un defensor de la candidatura de Petro. Pero no, lo que está diciendo es que hay que enfrentarlo con racionalidad, con más razón que pasión. Varios ven este llamado de Humberto de la Calle  a “desPetrizar” la construcción de una alternativa a Duque, como una interpretación adecuada del momento. Otros opinan que es una manera “civilizada” para que dentro de los “alternativos” se organicen los opositores de Petro e irlo sacando del camino y que parezca su responsabilidad por los “extremismos y polarización” que aseguran que encarna. La convocatoria a no centrar  el debate sobre los candidatos alternativos para 2022 en los odios profundos que suscita la figura de Gustavo Petro ha tenido algún eco, pero no el suficiente. Juntar expresiones tan contradictorias como las que expresan seguidores de Fajardo y de Juan Fernando Cristo; o de Humberto de la Calle como Héctor Riveros con Hollman Morris seguidor de Gustavo Petro, es todo un reto. Aún reconociendo la dificultad, es posible y deseable que sectores tan disímiles encuentren propuestas y objetivos programáticos comunes. Es posible porque está visto que los liderazgos que se descalifican hasta lo insospechable hoy, mañana pueden volver a estar juntos en objetivos que consideren de mayor importancia. Para la muestra están como  botón, Claudia López llamando “torcido” a Juan Fernando Cristo y posteriormente sonriente y agradecida recibiendo su respaldo para ser alcaldesa de Bogotá. (Ver: Cristo es un "torcido": Cuando Claudia López criticaba al dirigente liberal); Andrés Pastrana, asegurando que Uribe ha tenido vínculos con los paramilitares y luego construyendo fórmula para la elección de Iván Duque (Ver: Cuando Andrés Pastrana acusaba a Uribe de estar vinculado con paramilitares); y en el colmo de los saltos triplemente mortales, el de Iván Duque calificando a su hora padrino de guerrerista, como se puede ver en este link: https://url2.cl/rTxfE. Se ha dado por descontado que el ejercicio de la política y del poder funciona de esa manera. Pero para la mayoría de los electores estos comportamientos incrementan su desconfianza en la política y en los políticos. Incluso si Humberto de la Calle logra sacar adelante los acuerdos que buscan los alternativos, es poco probable que esta opción resulte ganadora.  El odio desatado entre seguidores y contrarios de Petro ante el público es tal, que sea quien sea el candidato, nada garantiza que de ganar, no aparezcan rupturas e inestabilidades, mandando al traste la posibilidad de un gobierno alternativo responsable y serio como se requiere para sacar adelante el país. Es tan alta la descalificación hecha entre los connotados dirigentes que volvieron poco fiable una etapa de construcción conjunta. Si bien es cierto que el raquitismo de la democracia en Colombia y la prevalencia de la violencia en el cotidiano se explican por la incapacidad de recambio de las élites por más de un siglo en los poderes públicos y una clase política tradicional clientelista, corrupta y violenta, parte de la responsabilidad es también adjudicable a quienes integran el escenario de la oposición en todas las franjas de intereses e ideologías. Buena parte de los fracasos de estos sectores por convertirse en poder radican en el hecho de que a su interior se odian y maltratan más que con sus contradictores de toda la vida. DesPetrizar el debate como plantea Humberto de La Calle es el camino más cuerdo de la oposición. El camino al interior de la oposición lo han sembrado con tanta cizaña, que posiblemente no logre generar la confianza que se requiere para ganar unas elecciones en las que el uribismo, el mundo empresarial, financiero, los medios de comunicación, las familias de miembros de las fuerzas armadas, los beneficiarios de subsidios, entre otros, perciben la oposición a Duque como la amenaza que destruirá la “estabilidad”. Signifique eso lo que sea que signifique en tiempos de pandemia, una “estabilidad” que ven necesaria de mantener para que como han sentenciado el líder del Centro Democrático y sus aliados, Colombia no caiga en el “neochavismo” que nos convertiría en un fracaso estilo Venezuela. Nada fácil, pero a dos años de Duque, la afirmación, aunque tardía es positiva. Una gavilla contra Petro es un error.   @alvarojimenezmi ajimillan@gmail.com