A veces parece una venganza lo que el gobierno del “cambio” pretende hacer con la destrucción de la clase media en Colombia. Es como si buscara acabar con todos los beneficios que han logrado generaciones de gente disciplinada y trabajadora. Sin lugar a dudas, la reforma tributaria va tras el capital que muchos con esfuerzo, han logrado construir.

Pero hay un disfraz con veneno en el discurso, que afirma que la clase media es millonaria. La corroboración de ello es el aumento de los impuestos para las personas con ingresos mensuales de más de diez millones de pesos. Incluidas, por supuesto, la eliminación de exenciones tributarias. Una de ellas, la del pago de medicina prepagada, que además será eliminada con la reforma a la salud.

En una nostalgia por el comunismo de la Unión Soviética, avanza el gobierno del “cambio”, que al parecer no respetará las cosas que funcionan bien en el Estado sino que por el placer de “cambiar” eliminará todo lo que no fue creado por la ideología de izquierda.

Pero la avanzada en contra de la clase media viene desde hace años, a través de una narrativa llena de falsedades y odio. A la clase media, los influenciadores, periodistas y políticos progresistas la señalan de ser “gente de bien”. Se mofan de que sea una clase social y económica que defiende la libertad, la democracia, la propiedad privada y que exige a los gobernantes que haya seguridad y justicia en las calles.

De hecho, es la clase media la que más impuestos aporta y por eso no se entiende que vayan tras de ella. Se han obstinado, para vender su ideología, en hacerles creer a las poblaciones más vulnerables que son “oligarcas” que no quieren compartir su riqueza ni pagar impuestos y que, por eso, deben ser destruidos. Pero resulta que la clase media en Colombia va desde una madre cabeza de hogar que atiende su tienda en el barrio y que gracias a las ventas que realiza mes a mes sostiene a sus hijos. Hasta profesionales independientes que todos los días se guerrean el salario con el sudor de su frente.

En la clase media hay miles y miles de emprendedores que sueñan con la independencia económica en la era digital. Pero con la ‘petroreforma’ se desestimula el emprendimiento digital, porque al parecer la tecnología también será motivo de persecución a punta de impuestos. Sin una clase media que genere empresas, emprendimientos, cree puestos de trabajo y los sostenga ¿quién va a pagar los impuestos para sostener el presupuesto de la nación? ¿El objetivo del gobierno del “cambio” es acabar con la pobreza o con la riqueza que existe en la sociedad?

De hecho, causa curiosidad que en campaña el hoy presidente Gustavo Petro haya afirmado que solo gravaría a los 4.000 más ricos del país. ¿Qué pasó? Pues al develarse las cartas sobre la mesa, el “cambio” considera “rica” a una persona que gana más de diez millones mensuales. ¿Y es que cree el “cambio” que esa persona está sola en el mundo? ¿Que no tiene hijos por mantener, colegios por pagar, actividades recreativas, vacaciones y ropa por comprar? ¿O esos privilegios están reservados solamente para comprar chucherías costosísimas en la Casa de Nariño y en la casa privada de la Vicepresidencia?

Digo que parece una venganza porque poco a poco pareciera que están poniendo un cerco para la libertad económica y promoviendo pobreza en lugar de riqueza. En ninguna facultad de Economía del mundo occidental, se enseña que aumentar los impuestos con el objetivo de hacer transferencias de riqueza hacia las poblaciones más vulnerables genere crecimiento económico. Y si bien los impuestos son necesarios, porque sería una estupidez afirmar lo contrario, asfixiar a la clase media que los va a pagar, es un suicidio.

Empobrecer a la clase media trabajadora tendrá una repercusión sobre las poblaciones vulnerables. Es que el objetivo debería ser que más gente salga de la pobreza hacia la clase media, y no al revés. Pero tener un capital y una propiedad (o varias) hoy es una condena castigable en la versión del “cambio” que llegó a Colombia. Porque la clase política, que sí son los privilegiados de la sociedad, seguirán devengando sus holgados honorarios y despilfarrando el dinero producido por los demás.

Por más que traten de estigmatizar a través de la burla y el matoneo, la clase media debe seguir defendiendo sin sentir vergüenza el derecho a vivir en una democracia y en un Estado de derecho en donde prevalezca la libertad de opinión, el libre desarrollo de la personalidad, la autonomía para tomar decisiones, el derecho a crear empresa, riqueza y, por supuesto, disfrutar de ella. Todo lo que no conduzca al disfrute de estos derechos civiles, políticos y económicos debe ser señalado con toda la fuerza y el fundamento que otorga la institucionalidad que tantos siglos le costó a la humanidad lograr. En Cuba, Venezuela y Nicaragua tienen a la población en la miseria, sin derecho a la salud, a una alimentación digna y a la libertad, por cuenta de la obsesión de los dictadores de reprimir a sus naciones bajo el cuentazo del “progresismo”.

Un modelo que no aguanta la más mínima revisión de sus indicadores de desarrollo humano, porque su sistema económico comunista fracasó y demostró con creces que no sirve para nada. O sí, para reproducir pobreza y engordar las arcas de los dictadores y sus respectivas familias.