El plan de destrucción del mal llamado Gobierno de la “potencia mundial de la vida” avanza a pasos agigantados. El nuevo año empezó para Colombia, literalmente, con el pie izquierdo. La última indignación corrió por cuenta de la cancelación de los Juegos Panamericanos, que se iban a celebrar en Barranquilla. El Gobierno “mala paga” de Petro incumplió repetidamente con los plazos de pago y la organización Panam Sports decidió, unilateralmente, cancelar la sede de los Juegos en la capital del departamento del Atlántico.
De inmediato, los áulicos del régimen salieron a decir que todo era culpa del Gobierno de Iván Duque que, vale la pena recordar, terminó ya hace 17 meses. ¿Cuándo será que Petro se da cuenta de que él es el mandatario de los colombianos y que ya no es un senador ni un activista de oposición?
En esta convulsionada primera semana del año, también se anunció que la ampliación de la Autopista Norte de Bogotá no fue aprobada por la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla), hecho que celebró el presidente del “cambio” en sus redes sociales con este mensaje: “Desde el año 2014, siendo alcalde de Bogotá, insistí que la obra prioritaria en la autopista norte de la Sabana de Bogotá es elevarla en la zona de humedales para que no se inunde y para rescatar los flujos naturales del agua”.
En la última semana de 2023, la Agencia Nacional de Minería (ANM) no prorrogó la delegación minera que tenía la Gobernación de Antioquia desde 2001. Un claro golpe a las finanzas del departamento que se sumó al anuncio del Gobierno de no terminar las vías 4G que se están construyendo en Antioquia porque, supuestamente, no hay plata.
Y para terminar esta lista, el Gobierno “potencia mundial mala paga” no canceló a las EPS los presupuestos máximos correspondientes a los meses de noviembre y diciembre de 2023, lo que pone en un riesgo inminente a la atención de los pacientes de enfermedades raras, cáncer y VIH, que son cerca de tres millones de colombianos.
Petro avanza en su plan de destrucción institucional y del Estado social de derecho. Con una agenda repleta de sesgos ideológicos, mucha ignorancia técnica, una enardecida sed de venganza, soberbia y una trasnochada nostalgia de los modelos que fracasaron hace más de dos décadas, el Gobierno de Petro detiene, aplaza, altera o cancela todos los proyectos que no forman parte de una agenda política en la que, es evidente, no hay ninguna propuesta para promover el desarrollo, el crecimiento económico ni el bienestar general de los colombianos. Nada de esto debe sorprendernos. Desde que el presidente Petro fue alcalde de Bogotá, ya había dado muestras de su pésimo esquema de planeación y ejecución. No hizo el metro ni lo dejó planeado, de hecho destruyó el proyecto que existía anterior a su mandato y lo reemplazó por un tranvía ligero que diseñó Fernando Sanclemente, quien fue el gerente de TransMilenio en la alcaldía de Petro (sí, el mismo exembajador de la narcofinca familiar).
Cuando Petro fue alcalde de Bogotá, ¿por qué no hizo el metro subterráneo? ¿Por qué Petro de alcalde no adelantó su formidable idea de hacer la ampliación de la Autopista Norte?, ¿la extensión de la avenida Boyacá? ¿Por qué se empecina en ahora ocupar el curioso cargo de alcalde y presidente al mismo tiempo e impedir el desarrollo vial de la capital del país y de la región?
El común denominador con los Juegos Panamericanos en Barranquilla, la autopista de Bogotá, la minería y vías 4G de Antioquia, es que los mandatarios locales no profesan la ideología de extrema izquierda del presidente Petro. Estas actuaciones dejan al mandatario con una estela de mezquindad y revanchismo que les deja ver a los colombianos que este “cambio” ni hace ni deja hacer.
Pero, eso sí, recursos para que el mandatario pasee por el planeta y se gaste más de 27.000 millones de pesos en sus giras internacionales sí hay. Plata para arrendar las oficinas del ministerio de Francia Márquez, también hay. Presupuesto para pagarles a los criminales para que no delincan también hay, pero no hay para promover el turismo, la recreación, la productividad y el desarrollo de las regiones.
Sin embargo, el presidente ya anunció una nueva reforma tributaria para aumentar los impuestos a las personas naturales, o sea a la clase media. El primero de enero aumentó el impuesto al 15 por ciento de los alimentos que no le gustan al “cambio” como las arepas, subieron la gasolina, el costo de los peajes y la tasa de desempleo mensual desestacionalizada sigue creciendo.
Pero no todo es desesperanza. Los alcaldes y gobernadores que asumieron sus mandatos con el año nuevo iniciaron con vigor una agenda en la que recuperar la seguridad de las ciudades y departamentos es la prioridad principal. Jaime Andrés Beltrán, en Bucaramanga, inició con su plan candado la noche del 30 de diciembre; Dumek Turbay, en Cartagena, arrancó su plan Titán para recuperar el centro histórico; Carlos Fernando Galán, en Bogotá, y Alejandro Eder, en Cali, iniciaron reuniones con la Policía Metropolitana respectiva, y Jorge Eduardo Rojas, en Manizales, a la medianoche del primero de enero, inició con la Policía Metropolitana un recorrido por la comuna 5 de la ciudad.
El Gobierno nacional está empeñado en destruirlo todo, pero los nuevos mandatarios regionales (no progres) serán un contrapeso para evitar que el daño sea del todo irreparable. Lo cierto es que Colombia perdió por cuenta de la ineptitud del Gobierno la sede de los Panamericanos por falta de pago y es así como pretenden hacerse cargo del sistema de salud, el cual Petro está obsesionado con destruir, como lo hizo en su alcaldía con Capital Salud.