Uno de los aspectos que incide en forma más determinante en la actividad política es el régimen electoral. Las fuerzas partidistas y los líderes se organizan según la forma y términos de los comicios.

Las elecciones uninominales de mayoría simple, casi siempre, eligen con una cifra cercana a la tercera parte de los votos, por lo cual algunos consideran que la legitimidad del elegido puede resultar precaria, más aún, cuando son muchos candidatos y la mayoría resultante es sustancialmente inferior y apretada con los contendores.

El Constituyente de 1991, para las elecciones presidenciales, optó por un sistema de mayoría absoluta o doble vuelta, que implica una mayor legitimidad del elegido o la posibilidad de un multipartidismo de alianzas; para las corporaciones públicas optó por un régimen de representación proporcional que suele promover un multipartidismo independiente.

En 2019, Claudia López fue elegida alcaldesa de Bogotá con el 35,21% de los votos, seguida por Carlos Fernando Galán con el 32,48. En 2015, Enrique Peñalosa obtuvo el 33,18%, seguido de Rafael Pardo con 28,52%. En 2011, Gustavo Petro obtuvo el 33,36%, seguido de Enrique Peñalosa con el 25,86%.

Si bien es cierto que los resultados electorales en Bogotá obedecían a mayorías simples cercanas a una tercera parte de los votos, el constituyente secundario, mediante el Acto Legislativo 3 de 2019, para las elecciones del próximo 29 de octubre y posteriores, introdujo el sistema de doble vuelta o mayoría del 40% de los votos y diferencia del 10% con el segundo resultado, como se estableció en Argentina para las elecciones presidenciales. Así las cosas, se busca una mayor legitimidad del elegido o la posibilidad de que partidos minoritarios tengan mayor incidencia en la segunda vuelta.

Según el Centro Nacional de Consultoría, a 20 de octubre, la intención de voto para la Alcaldía de Bogotá, sería: Carlos Fernando Galán 37%, Gustavo Bolívar 22%, Juan Daniel Oviedo 17%, Diego Andrés Molano 5%, Rodrigo Lara 5%, y otros con menores porcentajes.

Así las cosas, no habría mayoría del 40% y se debería realizar una segunda elección en tres semanas, con los dos candidatos de mayor votación, permitiendo a las demás fuerzas políticas hacer alianzas.

La fórmula Galán-Oviedo sería sencilla y ampliamente triunfadora. La formula Bolívar-Oviedo requeriría de uno o varios minoritarios (Lara-Robledo) para tener buenas probabilidades. Lo cierto es que el sistema de mayoría calificada o doble vuelta intenta candidatos de mayor representatividad o la posibilidad de alianzas con distintas fuerzas. No se olvide que el electorado no es manso ni dócil, percibe componendas de ocasión y castiga con rigor.

La ciudad capital requiere de políticas definidas y consistentes en el largo plazo, alcaldes ampliamente mayoritarios o producto de alianzas duraderas que garanticen el buen desarrollo de la urbe. Las buenas épocas de los alcaldes Castro, Mockus y Peñalosa mostraron el camino de las políticas sucesivas y coherentes.

Cita de la semana: “Al no haber podido lo que querían, han fingido querer lo que podían”, Michel de Montaigne.