Dos años antes de la primera vuelta de las elecciones de 2022, Carlos Holmes Trujillo, ministro de Defensa y excanciller, arrancó la campaña. Lo hizo en el Senado durante un debate sobre el escándalo del Ejército. Decidió utilizar el foro para lanzar una propuesta: un acuerdo con las Farc para implementar mejor lo acordado. Puso como ejemplo el caso de Irlanda del Norte, que firmó un acuerdo madre en 1998, pero que años siguientes lo complementó con “consensos de la sociedad sobre aspectos prácticos que ayudan a que todos se acerquen”.
Causó sorpresas en el Gobierno y en la oposición. No era un tema coyuntural ni un asunto cualquiera; más se anunciaba como un programa del Gobierno. En otras palabras, el ministro lanzaba su campaña para 2022-2026. En una posterior entrevista, el martes 26 de mayo en El Tiempo, Trujillo también recordó su intervención después del plebiscito de 2016. Propuso un acuerdo nacional para la paz, que buscaba mayor estabilidad. Infortunadamente, según Trujillo, primó la insensatez, aparentemente, de Juan Manuel Santos. Duque ha madurado. Ha comprendido que ganó las elecciones con el apoyo de una franja independiente en la segunda vuelta. Esa franja fue decisiva y no quiere reabrir la discusión de la paz. Pasó casi una semana para que el Gobierno aclarara que no lo haría unilateralmente. Un silencio que generó suspicacias. Emilio Archila, el consejero presidencial para la Estabilización y la Consolidación, sacó un comunicado el domingo pasado diciendo que el Gobierno no estaba pensado en modificar los acuerdos. Agregó que “anunció modificaciones constitucionales para que rijan a futuro, aplicables a otros procesos que se puedan dar eventualmente”. Más claro imposible.
La rectificación del uribismo radical fue inmediata. La senadora Paloma Valencia cuestionó que “lo que es raro es que funcionarios que representan un Gobierno que se eligió con la bandera de hacer una paz mejor se nieguen”. Otros recordaron que el candidato Iván Duque prometió una “modificación sustancial” de los acuerdos y debe cumplir. Lo mismo opina el uribista estrella Ernesto Yamhure: “El señor Emilio Archila, que estaba ocupado apoyando a Santos, seguramente no conoce lo que @IvanDuque prometió cuando era candidato respecto de los cambios al acuerdo con los bandidos de las Farc”. “Declaraciones de Emilio Archila parecen del gobierno Santos III”, dijo el representante del Centro Democrático Álvaro Hernán Prada sobre el consejero. El abogado Abelardo de la Espriella dijo: “La agenda del gobierno debe ser aquella por la que votamos: derogar la JEP y reformar los acuerdos espurios con las Farc”. Hasta el expresidente Álvaro Uribe tuvo que intervenir. Siguen con el objetivo de cambios a los acuerdos, especialmente la Jurisdicción Especial para la Paz. Es claro que el Centro Democrático y el Gobierno de Iván Duque no están en la misma página.
Duque ha decidido que volver al pasado no sirve; más aún después del virus. Ha madurado. Ha comprendido que ganó las elecciones con el apoyo de una franja independiente en la segunda vuelta. Esa franja fue decisiva y no quiere reabrir la discusión de la paz. El plebiscito es tema muerto. No hay posibilidad de revivirlo. Ni hoy ni en 2022, como insinuó Trujillo. Hay y habrá demasiados otros problemas que deben ser atendidos. No sirve tratar problemas viejos; son un lastre del futuro, como dijo el editorial de El Tiempo. El fiscal general, Francisco Barbosa, lo dejó claro: “Se debe mirar hacia adelante”. Juan Manuel Santos abandonó, brevemente, su retiro de invierno para defender la JEP y la paz. Sobre la JEP subrayó el apoyo hasta del Consejo de Seguridad de la ONU y de militares y policías. Y acerca de la paz repitió un hecho innegable: “Las Farc cumplieron con la primera y principal condición: desarmarse completamente”.
Es cierto y nadie quiere regresar a las Farc, incluyendo a los “furibistas”. Santos le planteó un escenario al Gobierno: acelerar la implementación del acuerdo. Emilio Archila, con sus declaraciones, dice lo mismo. La pregunta es qué hará Duque. ¿Dirá que el acuerdo es infranqueable o seguirá el juego de Uribe de querer destruirlo?