El primero de ellos, es el Brexit. Así ha sido denominado el voto que sufragarán los británicos el próximo 23 de junio. Con su decisión determinarán si la Gran Bretaña continúa siendo miembro de la Unión Europea. Allí existe un gran descontento con la clase política, pero especialmente molestia por haber cedido soberanía a la Unión Europea en materias como la inmigración y los acuerdos comerciales. Con el Brexit se busca recuperar para este país, la capacidad de decisión en esas materias.El segundo hecho será la elección presidencial en los Estados Unidos, en la cual los electores votarán en noviembre por una política unilateral aislacionista, o por su alternativa, la de mantenerse integrados a los mercados mundiales. La primera de ellas representada por Donald Trump, y la segunda por Hillary Clinton.A pesar de lo favorable que ha resultado para la humanidad el proceso de integración económica y la apertura de los mercados, en los cuales el comercio internacional ha crecido exponencialmente, permitiendo que millones de personas salgan de la pobreza, en Estados Unidos la realidad ha sido distinta para un importante segmento de trabajadores, que derivaban su ingreso en industrias otrora protegidas, y que con la apertura se vieron obligadas a cerrar. Este hecho ha producido un malestar en millones de personas, que señalan como responsable de su desempleo a la política comercial y a la inmigración.De ahí que el candidato republicano Trump, alineado con este descontento, esté proponiendo como solución a esta crisis, la renegociación de los tratados comerciales, el aumento de los aranceles a los productos importados a ese país, y la construcción de un muro en la frontera con México, para detener el paso de inmigrantes.  Por su lado, la candidata demócrata aspira a mantener la integración económica y política con el mundo, considerando que está ha sido una fuente de oportunidades para los norteamericanos. Hoy las encuestas, aún le dan una mayor probabilidad de ganar a esta última. Sin embargo, el triunfo no está garantizado para ninguno. La aprobación de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea puede inclinar el balance hacia el candidato aislacionista.Las consecuencias para países como Colombia de un eventual triunfo de estas políticas aislacionistas pueden ser muy graves. El país ha sentado su desarrollo económico en base a la globalización y a los tratados de libre comercio. Un porcentaje importante de nuestro PIB está atado al comercio internacional. Los tratados de libre comercio, tanto con la Unión Europea, como con Estados Unidos, nos han dado acceso a importantes mercados para productos colombianos. Gracias a ello, un gran número de colombianos hoy tienen un puesto de trabajo.Colombia debe prepararse para poder sostener su crecimiento económico, impulsando otros frentes. Por un lado, debemos volver los ojos hacia el campo, para dejar de ponerle tantas trabas a la inversión en cultivos extensos que nos permitan rápidamente sustituir más de diez millones de toneladas de alimentos, que por $5,400 millones de dólares, el país hoy importa anualmente. En solo cereales, que se podrán producir en la altillanura, podríamos reemplazar 6,5 millones de toneladas importadas.Por otro lado, es mucho lo que el país podría ganar, si impulsa el turismo doméstico. En los últimos años, el Estado ha dedicado un importante volumen de recursos a la construcción de infraestructura de transporte y hotelería. Paralelamente más de un millón y medio de familias adquirieron un vehículo nuevo en los últimos cinco años. Están dadas las condiciones para impulsar el desarrollo de este sector, con hoteles, hostales, restaurantes y demás instalaciones, que permitan captar este turismo carretero, generando trabajo en todas las regiones de Colombia.* Presidente de Naturgas