En esta novela muestra una nueva forma en la que se puede contar y entender la historia política colombiana, pues siempre han predominado las lecturas sobre el tema como un relación entre buenos y malos, y no observando los complejos contextos de los procesos políticos y de las personas que actúan en ese lienzo, sin encasillarlos de héroes o villanos. En su libro Álvaro, su vida y su siglo, Juan Esteban Constaín transita de ideas políticas a ideas filosóficas, de anécdotas familiares que se convierten en anécdotas históricas, y nos presenta el perfil de Álvaro Gómez con la gracia de un humanista apasionado. El Álvaro político, el humanista crítico, el hijo de una figura sombría como Laureano Gómez se vuelve un personaje que nos permite entender lo sucedido en la segunda mitad del siglo XX en la política colombiana. No solo es esto una crónica de pertinencia histórica, también es la oportunidad de ver nuestra historia política, nuestra realidad pasada y presente con mayor reflexión y profundidad. Una buena excusa para pensar sobre esa dicotomía eterna de nuestra política entre dos bandos antagónicos, paradójicos, pero, al final, contradictoriamente similares. Vale la pena recordar con atención El acuerdo sobre lo fundamental de Álvaro Gómez en el que hablaba de un punto de equilibrio en lo político. A pesar de ser visto por muchos como un baluarte del sectarismo y de la división política, el también abogado y periodista logró ver que en la sociedad debían existir intereses comunes y profundos sobre el respeto a la vida y la dignidad humana. Para Álvaro Gómez era necesario encontrar la forma de acabar con el “régimen” que describía como la usurpación del Estado, o el botín en el que las élites lo habían convertido. Álvaro Gómez se convirtió entonces en coautor de la Constitución de 1991, abanderado del tema que más le importaba, la justicia, y con el objetivo de buscar que desde el aparato judicial se tuvieran mecanismos más eficientes para acabar con la impunidad.  Esto es de una gran pertinencia pensando hoy en la JEP y en el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. Es triste ver como muchos años después de su asesinato, no hemos podido construir acuerdos sobre lo fundamental. Álvaro Gómez no lo logró y su asesinato, aún impune, es el vivo ejemplo de ello. Como dice Constaín: lo mató lo que en sus últimos años de vida dijo que había que derrocar, el régimen. Es por esto por lo que creo que el libro de Constaín es un puente político que nos acerca a una parte importante de la historia colombiana, que podría decirse sigue vigente; una visión que debemos rescatar en este momento crítico entre un pasado violento y una sociedad que quiere terminar su largo conflicto. Hoy los diversos sectores políticos de Colombia tienen una oportunidad de crear su propio “acuerdo sobre lo fundamental” que rescate algunos valores de la constitución del 91 que parecen olvidados, como los derechos humanos y el derecho fundamental a la vida.