El presidente Duque ha hecho hasta lo imposible por evitar que Mancuso venga a contar la verdad que todavía nos debe. Incluso ha tratado de acallar su voz con una mentira: la de que su verdad nos agrede a las víctimas porque es falsa –“supuesta verdad” fueron los términos que usó en uno de sus trinos–. Falso. En realidad Mancuso ha sido uno de los pocos exjefes paramilitares que ha colaborado con la justicia desde que fue extraditado y sus verdades han empezado a resarcir no solo a muchas de sus víctimas, sino a esclarecer masacres como la de Mapiripán y la de El Aro.
He aquí algunos apartes de esa declaración que hizo Mancuso para Justicia y Paz sobre su participación en la masacre de El Aro, por la que la CSJ acaba de llamar a versión libre al expresidente Álvaro Uribe. La masacre de El Aro fue preparada con un año de anticipación, según Mancuso. En 1996, él mismo fue a encontrarse con el entonces comandante de la IV Brigada del Ejército, el general Manosalva, por petición de Carlos Castaño. La reunión no se hizo en la penumbra sino en su propia oficina, en el batallón. A ese grado de relación llegaron las autodefensas y los altos mandos militares durante la gobernación de Álvaro Uribe en Antioquia. Allí en el batallón, el general le entregó los mapas con los sitios donde se encontraban los campamentos de las Farc, liderados por Iván Márquez en la zona de El Aro y de Ituango, los cuales les sirvieron para planificar la “incursión” que se produjo en octubre de 1997. Según Mancuso, Carlos Castaño coordinó todo junto con Cuco Vanoy, quien se había comunicado en ese momento ya no con el general Manosalva, porque había muerto de un infarto, sino con el general Carlos Ospina, quien lo había reemplazado en la IV Brigada. “Al comandante Castaño, a él le escuché decir que él tenía coordinación directa con el general Ospina” (el general Carlos Ospina llegó a ser comandante del Ejército y hoy disfruta de un tranquilo retiro). Mancuso también dice que Pedro Juan Moreno, brazo derecho de Álvaro Uribe en la Gobernación, supo de esta incursión porque semanas antes Moreno se había reunido con Castaño y con él en una finca cercana. De acuerdo con la declaración de Mancuso, en esa finca Castaño le explicó a Pedro Juan que esa incursión se había planeado porque allá se ubicaba la madriguera de las Farc y era el lugar donde guardaban a sus secuestrados. En su relato, Mancuso agrega que Pedro Juan no se movilizaba en carros oficiales cuando iba a esas reuniones y que si quería entrevistarse con las AUC llegaba al aeropuerto de Montería, donde era recogido por ellos. Según Mancuso, esa reunión en que se le informó a Pedro Juan sobre la incursión a El Aro había sido pedida por el mismo Moreno, entonces secretario de la Gobernación de Antioquia, con el propósito de hablar sobre la creación de las Convivir.
Mancuso negó en esa diligencia que las Convivir hubiesen estado al tanto de las incursiones, pero en otro aparte aclaró que Pedro Juan sí les ayudo a impulsar las Convivir que ellos propusieron. “Nos consiguió una persona que hacía las diligencias para la creación de ellas, nos dijo todos los papeles que se requerían para su creación y las aprobaciones de ellas fueron inmediatas”, le dijo al fiscal. –¿Y recuerda si el gobernador de la época también impulsaba las Convivir? –le preguntó el fiscal. –Bueno, el gobernador de la época públicamente salía a los medios de comunicación apoyando la creación de las Convivir –respondió Mancuso. Cuando se le preguntó si Pedro Juan iba a título personal o en calidad de secretario de gobierno departamental, Mancuso respondió: “(...)… Yo creo que él esa investidura la cargaba a donde iba”. Y cuando se le indagó a Mancuso si él creía que el gobernador de la época sabía que su secretario de gobierno se reunió por lo menos diez veces con él y con Carlos Castaño, el exjefe paramilitar respondió: “No tengo conocimiento” (Moreno murió en un accidente aéreo en febrero de 2006). Mancuso también confirma que durante esos diez días que duró la masacre un helicóptero de la Gobernación de Antioquia sobrevoló la zona, pero niega la versión de Francisco Villalba, uno de los paramilitares que participó y que fue condenado por la masacre de El Aro. Antes de ser asesinado, Villalba aseguró que luego de la masacre se produjo una reunión en la que se condecoraron a los combatientes en la que estaban Pedro Juan Moreno junto con Álvaro Uribe y su hermano Santiago. “Son verdades que mezcla con mentiras –dijo Mancuso–. Es verdad que hubo una reunión para condecorar a los miembros de las AUC que participaron en los combates de esa zona de El Aro donde participaron el comandante Castaño, Doble Cero y Cuco Vanoy. Yo también estuve. Pero es mentira que el gobernador de esa época, Álvaro Uribe, y las otras personas que dice Villalba estuvieran allí”.
En El Aro murieron cerca de 19 personas, la mayoría de las cuales fueron torturadas, como le sucedió a Areiza, el dueño de un almacén de abarrotes, al que colgaron de un árbol y le quitaron los ojos y el corazón. Luego de miles de investigaciones en El Aro no encontraron ni secuestrados ni guerrilleros. El pueblo quedó destruido, fue encendido en llamas, las mujeres fueron violadas y muchos fueron despojados de sus tierras, además de que los paramilitares les robaron cerca de 1.700 reses, las cuales fueron arriadas hasta Urabá durante varios días por arrieros que sobrevivieron a la masacre y que llegaron a esa zona prácticamente muertos. Mancuso dice que todavía tiene mucho que contar y las víctimas lo queremos oír, así el Gobierno haya puesto todo su empeño en embolatar su extradición.