La primera reacción de Petro ante las multitudinarias protestas cuando apenas terminaban fue reducirlas a algo normal en Antioquia y Santander y menospreciarlas en Bogotá con una foto mentirosa. Sin embargo, en ese momento se abstuvo de emplear su lenguaje incendiario y eso llevó a algunos a la ensoñación de un Petro que entendía el mensaje de la calle y ahora sí estaría dispuesto a abandonar sus radicalismos ideológicos para lograr consensos democráticos y gobernar para todos. Pero no, en esos días de silencio no estaba reflexionando sino rumiando con hiel un insulto con la ponzoña del odio de clases: dijo que ningún obrero ni señora de los tintos había salido a la calle, que solo se había manifestado una clase media alta, y añadió una de sus consabidas fabulas históricas diciendo que esos mismos eran los que habían salido a la calle para evitar la abolición de la esclavitud en el año 1852.
En esa marcha había personas de todos los estratos, pero seguramente en su mayoría si eran de clase media. Sin embargo, esa clase media no existía en el siglo XIX como dijo Petro, en ese entonces solo había un reducido número de personas de clase alta y el resto de la sociedad era pobre y muy rural. Apenas en década de los setenta, cuando Petro andaba armado delinquiendo con el M-19, se estaba formando de manera incipiente una clase media que resultaba de un proceso de reducción de la pobreza que empezaba a acentuarse. En 1997 el índice de pobreza multidimensional (IPM) estaba en el 60,5 %, y en 2022 alcanzó la cifra más baja de la historia, de 12,9 %, lo cual significa que alrededor de 30 millones de personas superaron la pobreza y se logró consolidar una clase media importante.
Lo que Petro no dice sobre esa mayoría que protestó es que ellos o sus padres venían de estar en la pobreza, pero gracias a ese ascensor social que ha habido en Colombia en las últimas décadas, pudieron mejorar sus condiciones de vida y hacer parte de la clase media. El fondo de las protestas es precisamente defender esa movilidad social. Cuando uno analiza las reformas de Petro, queda claro que son retardatarias; todas están encaminadas a detener la movilidad social y a empobrecer a la clase media: la reforma laboral le da ventajas a los que ya tienen un trabajo formal y, especialmente, privilegios a las cúpulas sindicales, pero detiene la generación de empleo y genera pérdida de puestos de trabajo; la reforma a la salud estatiza un sistema que ha logrado cobertura universal y buenos niveles de servicio y nos devuelve a las épocas del seguro social donde el servicio de salud era un privilegio, y la reforma pensional destruye el ahorro individual y, por ende, el ingreso pensional futuro.
El ascensor social que lleva trabajando varias décadas en Colombia sube lleno y baja vacío a recoger más gente. Ahora Petro le quiere cambiar el sentido: quiere que baje lleno y suba vacío hasta agotar a la incómoda clase media que protesta. A eso es a lo que Petro realmente se refiere cuando habla del decrecimiento económico con la excusa de la lucha contra el cambio climático. Así funcionó en Venezuela hasta que lograron extinguir la clase media, y tal como en el siglo XIX, allá solo hay un puñado de ricos que detentan el poder y el resto en la miseria: esa es la esclavitud moderna.
Un hombre o mujer de clase media es una persona que se ha hecho cargo de su vida, que no necesita que el Estado lo mantenga y por eso es libre para tomar decisiones políticas o cambiar de opinión si se ha equivocado al elegir; eso es demasiado para un megalómano como Petro que pretende regir los destinos de la sociedad exclusivamente desde un estado cuya única cabeza sea él y donde no está dispuesto a discutirlo con nadie.
Estamos entrando un una nueva fase en la que Petro escalara sus narrativas de odio, donde intentara introducir sus reformas por decreto confundiendo, como decía Azorin, razones de Estado con razones de establo, donde aumentara su inducción al cohecho en el congreso y donde por la vía de la atrición intentará producir los mismos efectos de sus reformas nocivas, como por ejemplo la desaparición de las EPS, asfixiándolas financieramente así eso le cueste la vida a muchos colombianos.
¿La solución? Seguir luchando democráticamente. Petro es más vulnerable de lo que se pensaba, y su narrativa está haciendo agua por todas partes.