En 1927, el italiano Blas Barletta llevaba veintidós años viviendo en Colombia. Era socio en Barranquilla de la Fábrica Italiana de Calzado (Faitala), entonces la principal industria de la ciudad. El otro socio era su paisano Antonio Celia. La publicidad de la empresa los definía así: “Llenos de juventud, de inteligencia, de entusiasmo y de amor al trabajo”. El nieto de Celia, Antonio Celia Martínez-Aparicio, fue hasta hace unos años el presidente de Promigás.

Ese año de 1927, Blas Barletta –en italiano Biagio Barletta– pasaba una larga temporada en su pueblo natal, Morano Calabro, que es tan antiguo como Roma, pues fue fundado hace 2.700 años. Un día la policía se llevó preso a Barletta. El arresto se debió a una carta dirigida al primer ministro de Italia, Benito Mussolini, escrita en español, la cual decía que en Barcelona, en la calle Ataúlfo número 7, se habían reunido varios masones y en esas reuniones “trataban de un plan contra la vida de su Excmo.”. Señalaba también: “La mayor parte eran franceses e italianos hay algunos Benezolanos (sic) y Colombianos; en una de esas secciones nombraron espías: Rafel (sic) Emilio Infante, Manuel Antonio Enriquez (sic), José Francisco Riascos, Manuel Nuñez, Hernando Soto. &. &. Estos señores son capitalistas y viven en Barcelona, son Colombianos; los otros son italianos y franceses, y un italiano que se llama Blas Barletta que actualmente estaba en Morano Italia y él les suministraba muchos informes”.

La policía italiana pidió informes al cónsul italiano en Barcelona, el cual confirmó que algunos italianos masones que estaban de paso buscaban a los masones de la ciudad para saludarlos, pero que no se organizaron complots ni se habló de atentados. La policía de Barcelona informó que en la logia masónica de la calle Ataúlfo no se organizaron atentados contra el Duce.

La carta que originó la detención de Barletta fue escrita por Simón G. Carroll M., un farmacéutico de Barranquilla. Blas Barletta fue liberado un mes después del arresto, pero el Ministerio del Interior en Roma siguió investigando y tiempo después llegó a la siguiente conclusión: “Carroll es una persona poco seria, de carácter neurasténico, y en consecuencia debe atribuirse escasa importancia a sus denuncias”. Agregaba el informe que Carroll tenía animadversión contra Barletta porque Barletta se negó a darle un préstamo. Además, la legación italiana en Bogotá salió en defensa de Barletta: “Se le conoce por sus buenos sentimientos patrióticos y se considera que es incapaz de mancharse con la grave acción delictiva que se le atribuye”. Simón Guillermo Carroll Martínez tenía 35 años y atroz ortografía cuando le escribió a Mussolini.

Este episodio lo descubrió en los archivos italianos el profesor Vittorio Cappelli, de la Universidad de Calabria, que ha publicado varios libros sobre la emigración italiana, que ha venido varias veces a Colombia y que se ha ocupado en sus publicaciones de los italianos que aquí se establecieron. El profesor Cappelli recuerda el progreso vertiginoso de Barranquilla, que pasó de 70.000 habitantes a comienzos de los años veinte a tener 139.000 en 1928 y dos fábricas de tejidos de algodón, cuatro fábricas de jabón, dos cervecerías y tres molinos, además de canalizar casi todas las importaciones del país.

Barletta quería mucho a Colombia. Tanto que su hija mayor se llamaba Colombia Barletta. Su esposa, que no emigró con él a Barranquilla, sino que se quedó viviendo en Morano Calabro, le dio otros dos hijos, procreados en los viajes que Barletta hacía a Italia. Fue común en esas épocas de fuerte emigración de italianos del sur de Italia el fenómeno de las llamadas viudas blancas. Eran esposas de italianos radicados de manera permanente en el exterior, donde muchos habían formado otra familia. Las viudas no eran viudas que guardaban luto, pues su marido no había fallecido, pero sus cónyuges estuvieron ausentes durante buena parte del matrimonio. El profesor Cappelli documentó que Blas Barletta, después de emigrar a Colombia en 1905, regresó en 1923 a Italia para contraer matrimonio. Cuando fue detenido en 1927, llevaba un año viviendo con su esposa en Morano Calabro. Pero él tenía otra familia en Barranquilla, de la cual nacieron dos hijos. A ninguno de los dos lo llamó Morano Barletta. Fueron Blas, llamado Blasito, y Francisco.