A la carne y a las aletas de tiburón se les han concedido falsos poderes terapéuticos. Su sabor y el aura milagrosa que rodea el consumo de este animal han estimulado su captura masiva e insostenible. En los últimos cincuenta años, las poblaciones de tiburones y rayas marinas han descendido un 70 %, a causa de la pesca industrial en los mares del planeta.
El consumo de este animal tiene efectos en la salud humana muy distantes a las creencias populares. Al ser un depredador, se alimenta de otros animales acuáticos y por esto en sus tejidos se acumula el mercurio que las acciones humanas han ido emitiendo, de manera irresponsable, al océano. En las últimas dos décadas, se han llevado a cabo numerosos estudios que han logrado demostrar la acumulación de este metal pesado en diferentes estructuras anatómicas del tiburón.
En 2021, un grupo de investigadores de la fundación Malpelo analizó los tejidos de siete especies de tiburones que habitan en el Pacífico colombiano. Las 175 muestras estudiadas evidenciaron elevados niveles de mercurio. Un año antes, se publicó otro estudio del Instituto de Estudios en Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia sede Caribe. Esta investigación documentó niveles elevados de mercurio en muestras de tejidos de tiburón, en Isla Fuerte (Bolívar), Las Flores (Atlántico) y el Cabo de la Vela (Guajira).
Esta situación no es exclusiva de las costas colombianas, por ejemplo, en 2020, un grupo de investigadores de Estados Unidos y Hong Kong examinó 267 recortes de aletas de tiburón en busca de determinar los niveles de mercurio total (Hg) y de metilmercurio (MeHg), la forma orgánica y altamente tóxica del mercurio. Las 267 muestras procedían de nueve de las especies de tiburones más comunes en el comercio de aletas y, en ellas, se determinó que los niveles de mercurio, en promedio, eran entre seis y diez veces más altos que los niveles considerados como seguros por las autoridades sanitarias.
En efecto, los científicos documentaron cantidades asombrosamente altas de mercurio, que superaban, con creces, las directrices y los límites legales (0,5 partes por millón) establecidos por el Centro de Seguridad Alimentaria de Hong Kong. La medición más alta procedía de un gran tiburón martillo, con 55,52 partes por millón.
En el año 2021, otro grupo de investigación documentó los altos niveles de mercurio presentes en seis especies de tiburones, estudiadas en las Islas Galápagos, y concluyó que el consumo de este animal es un riesgo para la salud humana. A su vez, desde el año 2004, la FDA recomienda que las mujeres en estado de embarazo eviten el consumo de tiburón por los riesgos congénitos ampliamente soportados por la evidencia.
Por todo lo anterior, desde esta columna, hago un llamado al Ministerio de Salud y Protección Social y al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, para que desestimulen toda forma de consumo de carne de tiburón en nuestro país. Se deben realizar campañas educativas que señalen los riesgos implícitos del consumo de este animal.