La variable de desempleo en las economías solía ser considerada como algo que mostraba o exponía las acciones de líderes y agentes de un mercado. Esta variable se volvía importante cuando explicaba una desaceleración, pero perdía relevancia cuando todo estaba bien.
Hoy, líderes, inversionistas, hacedores de política y todos los que seguimos la economía, estamos sentados en el borde de la silla, como en un cine que presenta una película de acción, porque esta variable es la piedra angular de las decisiones que se tomarán durante este año.
Acorde a la Ocde, en febrero 2022 la tasa de desempleo para este grupo de países fue de 5,2 %, nivel menor al más bajo presentado antes de la pandemia, de 5,3 % (febrero de 2020). Países como Turquía, Australia e Italia presentaron caídas en esta variable mayores al 1 % en el último mes, otros países como Estados Unidos, Reino Unido y Japón están en sus niveles más bajos históricos y continúan mejorando.
Por el contrario, países como Colombia aumentaron el desempleo en 0,9 % durante febrero 2020, ubicando a este país como uno con mayor tasa de desempleo en este grupo.
Para los países desarrollados, tener tasas de desempleo bajas comienza a generar incomodidad, esto sugiere que sus economías están creciendo en forma robusta y las necesidades de mano de obra que las empresas requieren son fácilmente alcanzables. Todo esto se presenta porque hay un sólido sistema educativo, la fuerza laboral tiene las habilidades necesarias para cada puesto de trabajo vacante y las normas laborales son flexibles, permitiendo que los empleados puedan adaptarse a las necesidades de las empresas y viceversa.
Todo lo anterior permite que el círculo virtuoso genere mayor crecimiento económico, y el divino problema sea contener la inflación, al contrario de estar pensando en cómo dinamizar e impulsar el crecimiento económico.
Por el contrario, países que hoy presentan altas tasas de desempleo, pero no han construido un sistema educativo de buena calidad, tienen problemas en cumplir con las necesidades de los empleadores porque las personas desempleadas no cuentan con las habilidades necesarias o requeridas para llenar las vacantes.
Adicionalmente, los países que tienen leyes laborales inflexibles, que impiden a empleadores contratar a sus propias necesidades, evitan que personas dispuestas a trabajar de modo flexible puedan encontrar trabajo rápidamente de manera legal. Por ello, algunos por necesidad optan por hacer trabajos sin estructuras legales o informales y otros tienen que esperar hasta que una oferta formal de largo plazo se presente para poder comenzar a trabajar.
Colombia y México son países que entran en esta última explicación, son países que cuentan con gran informalidad y cuyos sindicatos laborales han construido una serie de reglas y normas, que nacen como una necesidad para los empleados y se traducen en obligaciones para los empleadores. Pero que, en realidad, atan a los dos actores principales de este relato en una relación de largo plazo que les impide, por un lado, tener flexibilidad para trabajar en el sitio que mejor los remunere o donde encuentren su mayor bienestar personal y profesional, en el caso del empleado, y en el caso del empleador, le impide de manera dinámica contratar a ese grupo de estrellas que conforman el equipo ideal que podrá lograr los objetivos empresariales deseados.
Si usted es un líder sindical, es probable que no le guste mi último párrafo. Pero lo digo no porque esté en contra del trabajo que los sindicatos realizan, sino porque en la actualidad nuestra economía evoluciona y no es la de hace 50 años. Hoy, los empleos son generados por empresas que pueden contratar en cualquier país del mundo, y los gobiernos eficientes tienen cada vez menos fuerza laboral contratada y pagada por los impuestos de sus ciudadanos o residentes.
Por todo lo anterior, países deben invertir en mayor educación de calidad, que permita a todos los ciudadanos tener las habilidades requeridas por las empresas del mundo, no solo las del país.
También creo que se deben implementar leyes laborales flexibles e internacionales que permitan a los ciudadanos de cualquier país ser contratados por cualquier empresa sin que esta se encuentre basada en el país donde reside, pero más importante aún es flexibilizar las horas laborales, los puestos de trabajo físicos a virtuales y los procesos de contratación, pagos de impuestos y beneficios sociales.
Y por último, no estoy de acuerdo con tener al Gobierno como contratador de última instancia.