Cuando la ONU se crea, al inicio de la Guerra Fría, era un escenario esperanzador creado para “mantener la paz y la seguridad internacionales, proteger los derechos humanos, promover el desarrollo sostenible y la acción climática, y defender el derecho internacional”. Loable propuesta, pero si miramos cómo está el mundo hoy y lo que la ONU ha hecho o no ha podido hacer, pues vemos cómo el fracaso de esta organización es rotundo.

Las crisis desatadas por la invasión rusa a Ucrania, los ataques terroristas de Hamás a Israel y la presencia agresiva de Hezbolá en el sur del Líbano desde donde lanzan miles de misiles hacia Israel al año, muestran la crisis de una organización que cada vez sirve más a sus funcionarios y a sus familias y no cumple con el papel para el que estaba creada.

En el caso de Ucrania, la ONU ha sido un cero a la izquierda. Es más, ha servido más de escenario para apoyar la invasión que para condenarla, aunque de palabras, palabras, palabras, como dice la canción, no ha pasado. Quizás lo más relevante que ha hecho la ONU en este caso es la asistencia de su máximo representante, el secretario general António Guterres, a la reunión de los BRICS en Rusia, en una muestra de desparpajo diplomático, pues de cierta manera justifica con su presencia la invasión, así después la critique en un comunicado. Como decía mi mamá, obras son amores y no buenas intenciones.

No es de extrañar entonces que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, rechazara la reunión con Guterres en Kiev después de su visita a Rusia, máxime cuando este mismo funcionario se negó a participar en la cumbre Fórmula de Paz en Suiza, en junio de este año, a pesar de que asistieron más de 50 jefes de Estado. ¿Voy a la reunión de los BRICS en Rusia, pero no a la reunión de paz? Así está la ONU, sin norte, sin juego y sin espacio, por lo menos en este tema.

Lo de Gaza y Líbano sí que es peor. La ONU creó en 1948 la agencia de cooperación para ayudar a los palestinos (UNRWA) y su trabajo en la Franja de Gaza parecía normal: ayuda a colegios, al sistema de salud y, en general, colaborar con la mejora en la calidad de vida de quienes allí viven. Pues no era tan así, ya que Hamás tenía miembros en esa organización, aún no se sabe cuántos, y debajo de los colegios y hospitales que financiaba, tenían grandes depósitos de municiones.

Unas investigaciones hablan de 190 miembros de la UNRWA que actuaban también en Hamás y otras de apenas 12. Lo que sí ocurrió es que varios miembros de esa entidad multilateral participaron en la masacre y muchos se hicieron de la vista gorda con el manejo de municiones y explosivos en Gaza. Muchos países frenaron la ayuda a esa organización, pues quedó demostrado que su relación con el grupo terrorista Hamás en Gaza no era casual, sino casi que institucional. ¿El costo de esta operación fue de 1.300 millones de dólares anuales? ¿Cuánto del este dinero se desvió para Hamás? Nunca lo sabremos.

En el Líbano, el papel de la ONU es igual de lamentable. En 1978 se creó Unifil, una fuerza militar que debía vigilar la recuperación del ejército libanés del sur del Líbano en manos de organizaciones terroristas. En 2006 se amplió su mandato para mantener el cese de hostilidades ente el grupo terrorista Hezbolá e Israel y vigilar una zona de desarme en el sur del río Litani. Nada de esto se dio, Hezbolá controla todo el sur del Líbano, incluyendo el sur del Litani, desde donde lanzan cientos de misiles al mes hacia Israel. Como la ONU en el tema de Ucrania, Unifil es un cero a la izquierda en el Líbano. ¿Costo de la operación?, 500 millones de dólares anuales.

La ONU hoy es una gran burocracia que solo parece querer mantener sus beneficios. Sus funcionarios reciben muy buenos sueldos, grandes pensiones, buenos auxilios de vivienda y les pagan las universidades más caras en Estados Unidos a sus hijos, para solo mencionar algunas de las prebendas que reciben quienes allí trabajan.

¿Unicef ha cambiado la vida de los niños en el mundo? Piden plata para ello, pero sus resultados son pírricos. Lo mismo se puede decir de la FAO e incluso de la OMS, que estuvo ausente durante la pandemia de covid. ¿Y el Consejo de Derechos Humanos? Con miembros como China, Cuba y Venezuela, grandes exponentes de la defensa de los derechos, es poco lo que hay que decir.

En esta nueva guerra fría entre democracias y libertad versus dictaduras y autocracias, el papel de esta entidad es cada vez más irrelevante. El fracaso en Sudán, la crisis humanitaria más grave hoy, muestra incluso que a entidades respetables como Acnur, la que maneja el tema de refugiados, la nueva realidad le queda grande.

¿Tiene futuro la ONU? No creo, pues esas burocracias saben defenderse y los países que las financian, en su gran mayoría las democracias de Occidente, no están dispuestos a hacer que la entidad cambie, así esta sea utilizada contra ellos, como se ve en los casos antes mencionados. Lo que sí tengo claro es que, si hoy desapareciera, los únicos perjudicados son sus ricos funcionarios que viven de ella.