Arthur, el Guasón, enemigo de Batman, trabajaba de payaso de fiesta con aspiraciones a ser comediante en Ciudad Gótica, la cual estaba plagada de delincuencia y desempleo. Grandes sectores de la población estaban sufriendo los embates de la pobreza. En este entorno, el joven Arthur empuña un arma para protegerse de los males de la sociedad y un sistema médico deficiente comete el error de dejarlo sin medicación. Muy rápidamente entra al mundo del crimen, asesinando a una joven con la cual tenía la intención de relacionarse, y a otras dos personas.

Arthur es capturado y confiesa sus crímenes, pero unos manifestantes, que bien podrían ser de la primera línea, lo liberan chocando la patrulla en que la Policía lo transportaba. A partir de este momento el Guasón se transforma en el líder de la Liga del Mal y dirige a los demás criminales, incluyendo políticos corruptos, para que atormenten a los ciudadanos de Ciudad Gótica.

Ciudad Gótica no está tan alejada del contexto actual en Colombia. Tenemos un país que a raíz de la pandemia y las marchas se ha visto empobrecido, con manifestaciones de insatisfacción y unos delincuentes que aprovechan las mismas para atacar a la fuerza pública y destruir los bienes públicos, además de una clase política que no deja de hacer su escándalo mensual de corrupción. Así como en Chile, los excesos de las manifestaciones hubiesen podido presenciarse en las tiras cómicas de Batman.

Por otro lado, tenemos serios indicios de que los personajes más cuestionados de los últimos años se han unido para ser alternativa de poder bajo el liderazgo de Gustavo Petro.

Inicialmente fue la adhesión de Roy Barreras, congresista mencionado en el escándalo de los dineros de la paz y por haber dejado un maletín lleno de billetes en el Hotel de la Ópera en Bogotá.

A Petro se le unió Armando Benedetti, hoy en día investigado por la Corte Suprema de justicia por enriquecimiento ilícito. A Benedetti se le suma el senador liberal Luis Fernando Velasco, quien a todas luces fue el gran gestor en el nombramiento de Helmuth Barros en la presidencia del Fondo Nacional del Ahorro y bajo cuyo mandato se robaron, de acuerdo con los organismos de control, más de $60.000 millones, en una venta fraudulenta de cartera.

El grupo de Petro está complementado por Piedad Córdoba, cuyo hermano ha sido acusado por lavado de dinero de los negocios de Alex Saab, y el senador Gustavo Bolívar, quien aparece constantemente en medios por los actos de deslealtad para con los proveedores de su Hotel Paraíso Estudio en Ricaurte, al lado de Girardot, además de ser acusado de apoyar económicamente a la primera línea. Por último, a él se han adherido públicamente grupos al margen de la ley como el ELN, que publica fotos de su aspirante a la vicepresidencia en su página web, y el partido de los comunes del ex grupo guerrillero de las Farc.

De alguna manera y a pesar de todo, este grupo de dirigentes había gozado de los beneficios del teflón de Gustavo Petro en el pasado por no haber sido aun condenados. Sin embargo, en esta Semana Santa, se unieron nuevos actores a la banda, estos ya no presuntos sino encarcelados en la Picota. Todo parece indicar que a través de gestiones de su hermano, Gustavo Petro estaba ofreciendo, a cambio de votos, una disminución sustancial de su sentencia a los reos, incluyendo a Iván Moreno, cerebro detrás del desfalco del cartel de la contratación a Bogotá en la alcaldía de su hermano Samuel, a Marquitos Figueroa, alias El perrero de los malcriados, un narcotraficante, contrabandista, exparamilitar y sicario condenado a más de cincuenta años de prisión y acusado de la autoría de entre 131 a 250 homicidios y, a Álvaro García, alias el Gordo, quien paga cárcel por la masacre de Macayepo.

Claramente los colombianos están insatisfechos con la situación actual, a raíz de escándalos como los de Centros Poblados y muchos otros, y porque, si bien se recupera la economía no se recupera el empleo. La realidad actual sugiere que se necesita un cambio, con un gobierno que no entregue fortines a grupos políticos y que se enfoque, por medio de su política fiscal a aumentar la igualdad en el país, renglón en el que el rol del Estado ha sido despreciable.

Sin embargo, por mucha insatisfacción que exista en la población, el cambio de riendas del poder no puede ser un salto al vacío. El riesgo sería caer en manos de un líder que no tiene problema en forjar alianzas con reos que personifican los peores capítulos de la historia reciente y, un gobierno polémico a favor de sus secuaces. No se puede ni siquiera imaginar lo que podría pasar si el Guasón llega al poder de Ciudad Gótica.