Antonella Petro Alcocer, de 16 años, hasta ahora estudiante del Liceo Francés, se va del país. Su padre, el presidente Petro, señaló el 30 de agosto: “Mi hija ha sufrido persecución psicológica. Antonella fue sufriendo más o menos las consecuencias de ese fascismo creciente en la sociedad colombiana, en sus clases pudientes, en sus clases medias altas, que no pueden entender por qué la prioridad de un Estado tiene que ser la de acercarse y abrazar al pobre, a la humilde, al negro, a la indígena, al campesino, al joven del barrio popular, a la mujer en general, porque esa es su prioridad antes que nada en el país más desigual de planeta Tierra. Mi hija Antonella iba leyendo ahí entre las redes, oyendo en las esquinas en su colegio de sus compañeros porque sus padres les enseñaban ese tipo de ideas, iba sintiendo la persecución permanente, diaria, teniendo apenas 11, 12, 13 años, apenas respirando los nuevos aires del vivir, apenas preparándose para volar del nido, sentía el fascismo. Mi hija decidió irse y es la última que tenía, y realmente estoy triste, vacío, desolado”.
¿No había otros colegios en Bogotá donde su padre pudiera matricularla para liberarla del yugo del fascismo? ¿En todos los colegios de la capital los padres de los estudiantes pertenecen a las clases pudientes que adoctrinan a sus hijos en el fascismo? ¿Por qué Gustavo Petro no sacó del Liceo Francés a su hija, que desde los 11 años padecía persecución psicológica? ¿Si existió abulia del padre, por qué la madre no protegió a la niña cambiándola de colegio?
Toda Colombia entiende que Antonella Petro Alcocer se vaya del país. Le conviene alejarse de un padre desequilibrado. En febrero pasado, el presidente Petro confirió la Orden de Boyacá en el grado de Cruz de Plata al Liceo Francés Louis Pasteur, con motivo de la celebración de los 90 años de la institución en Colombia. El presidente habló en el auditorio del colegio ante el rector y el embajador de Francia y ante su hija, sentada al lado de Verónica Alcocer. ¿Cómo pudo un presidente de izquierda conferir una condecoración gubernamental a una institución donde se propaga el fascismo entre los estudiantes? ¿Cómo pudo un padre traicionar a su hija menor de edad lacerada por la persecución psicológica que padeció en ese plantel?
El caso de Antonella Petro Alcocer se cruza con una historia que no conocen los padres de familia y en la que hay mucho dinero de por medio. Un informe del Liceo Francés señala: “Está previsto un proyecto de construcción para el verano de 2022”. Otro informe indica: “Se había planteado la adquisición de algunos terrenos cerca al Liceo, pero las posibilidades eran difíciles, ya fuera porque el terreno era muy pequeño o porque resultaba muy costoso para las familias considerar su compra de manera razonable”. En efecto, se había pensado comprar la manzana que perteneció al narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, hoy sede de la Embajada china, pero el costo no lo permitió. Por lo tanto, el colegio había decidido iniciar obras de ampliación dentro de su sede de la calle 87 con carrera Séptima y gastó cuantiosos recursos en los estudios y diseños.
El proyecto inicial fue presentado a las instancias internas del colegio, incluyendo el Consejo de Establecimiento, pero luego ese esfuerzo se lanzó por la borda. No se iniciaron las obras porque desde la posesión de Gustavo Petro hace dos años, los funcionarios de la seguridad presidencial pidieron aplazarlas, pues la presencia de obreros y maquinaria constituía un peligro para la vida de la hija del presidente. Un par de agentes de seguridad se instalaron desde entonces en una pequeña oficina de la Asalf, la Asociación de Exalumnos del Liceo Francés.
Desde septiembre de 2016 entró en vigencia, fuera del aumento anual de matrículas, una sobretasa del 20 por ciento a partir del primer año de maternal para los nuevos alumnos con el fin de crear un fondo para obras de ampliación. La junta directiva del colegio se doblegó ante el equipo de seguridad de la hija del presidente, no informó debidamente a la comunidad del Liceo y los padres de familia no saben hoy el destino de reservas por más de 25.000 millones de pesos, pero esa suma sí prueba que los padres fascistas del Liceo Francés son muy pudientes.