Los políticos pueden dar todos los discursos que deseen, pueden insultar a quien quieran, pueden comprar todos los bots en redes que les alcance, pueden acosar a quien les parezca. Incluso, pueden usar a otros políticos para que les sigan la cuerda, pero nunca podrán engañar a los mercados. Esa es la belleza de la economía.
Obvio, los negacionistas del sistema se defenderán diciendo que hay manipulación, mano negra de los poderosos y hasta participación de los especuladores, pero nunca aceptarán que para el sistema inversionista global nada se puede esconder debajo de la mesa.
En el mundo real, no en el académico, que tanto parece gustarle a este Gobierno, la información fluye y las mentiras se descubren. Por lo tanto, el precio de las cosas, en especial, los valores de los países, es el que les corresponde. No hay teoría del decrecimiento que valga. En el mundo real, esas discusiones filosóficas pertenecen a la academia, no a las salas de transacciones. Si un Gobierno es populista, sus papeles de deuda, su moneda y sus activos no valdrán nada. Si un Gobierno es serio, responsable y realista, sus valores aumentarán. Hoy todo en Colombia está a la baja.
Dos eventos marcaron los movimientos de los mercados la semana que acaba de terminar. El primero lo protagonizó Ecopetrol. La acción de la compañía fue excluida del ETF MSCI Global y su precio se desplomó. Aunque no se revelaron las razones de su expulsión, varios expertos le aseguraron a este reportero que por lo general estas determinaciones están fundamentadas en caídas de valor inminente, desinterés en el activo, desconfianza en la empresa y, sobre todo, un aumento considerable del riesgo.
El MSCI es el Morgan Stanley Country World Index y en él están consideradas las acciones más importantes de las economías más relevantes. Cuando un papel sale, es señal inequívoca de que no hay interés en la empresa e indirectamente en el país base. Entre los países que tienen poca o nula participación están Argentina, Jamaica, Bulgaria, Líbano y Sri Lanka.
El segundo evento lo marcó nuevamente el precio del dólar. El jueves, un día después de que se conocieran las intenciones del Gobierno para modificar el sistema de pensiones del país, la TRM se disparó 99 pesos. Muy pronto en la mañana los inversionistas respondieron con demanda del papel estadounidense tras evaluar las ideas preliminares que tiene el Ejecutivo de adelantar una reforma pensional que, sin duda, tendrá un efecto negativo en el ahorro de los colombianos. Prácticamente acaba las AFP, incrementa el déficit del sistema y, lo que es aún más grave, le pone una lápida al mercado de capitales del país. Terrorífico.
En el texto del comunicado del Ministerio del Trabajo se lee: “La reforma está pensada en la solidaridad y como enfoque en los derechos, no en la rentabilidad económica en donde la dignidad del adulto mayor debe ser protegida por el sistema dándole un ingreso solidario y universal a la población”.
Claramente, el Gobierno confunde pensión con subsidio y olvida que las pensiones son el ahorro de los colombianos, es dinero que les pertenece y que esperan gastar en la vejez, y no efectivo para dilapidarlo en sus programas populistas que poco tienen de soluciones sostenibles de largo plazo.
Los mercados no son tontos. El Gobierno puede gritar, acosar y enfurecerse lo que quiera. Lo que está muy claro es que hoy la inflación nos ahoga, los impuestos nos secarán y, cuando llegue la hora de la pensión, esta, para usar un término que rime con las iniciativas populistas de la actual administración, habrá sido democratizada. Qué pesadilla.