El día de ayer terminó el Congreso Fundacional del nuevo partido político que crearán las Farc. Mucha expectativa generó la elección del nombre que tendrá dicho partido, pues a través del mismo la guerrilla se juega la posibilidad de cambiar la imagen que los colombianos tenemos de un grupo que durante cinco décadas se ha caracterizado por utilizar el asesinato, el secuestro, la extorsión, el desplazamiento forzado, el narcotráfico, y el terror, como instrumentos de una estrategia de negociación respaldada por los fusiles, que paradójicamente ahora la sitúa en una ventajosa posición frente a los partidos políticos tradicionales.Por decisión mayoritaria en la que se impuso la llamada línea dura, es decir la de Iván Márquez y Jesús Santrich, se optó por el nombre Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, rechazando la propuesta de Timochenko quien abogaba por el nombre “Nueva Colombia”. Además se optó por identificar el nuevo partido con una rosa roja en cuyo centro hay una estrella con cinco picos. La rosa refleja una clara identificación con el símbolo del socialismo internacional, cuyos orígenes se remontan al uso que de la misma hicieron en los años setenta los partidos de esta tendencia en Francia, España, Bélgica y Chile. La estrella es un típico símbolo de la lucha del proletariado y simboliza los cinco dedos del proletario y los cinco continentes, para expresar que se trata de una lucha internacional por la implantación del socialismo. Esta estrella roja de cinco puntas que ahora es prohibida y cuyo uso es considerado como delito en países como Hungría y Polonia los cuales padecieron la mano de hierro del comunismo soviético, es precisamente la que identifica al “Partido Socialista Unido de Venezuela”-PSUV- (ver la página oficial del PSUV http://www.psuv.org.ve/ ), representando con ella al “socialismo del siglo XXI.” Cabe entonces preguntar si la intención de las Farc es utilizar la simbología del chavismo para endosar y reivindicar como propias las doctrinas del régimen dictatorial de Nicolás Maduro. Para responder a esta pregunta basta repasar las declaraciones de apoyo de las Farc al régimen venezolano; en abril de este año en un comunicado Timochenko afirmó: “Las Farc no podemos guardar silencio en aras de ganar simpatías. Respaldamos a Nicolás Maduro Moros y la revolución bolivariana” (https://noticias.caracoltv.com/colombia/respaldamos-nicolas-maduro-y-la-revolucion-bolivariana-farc )Como dice el dicho popular tan usado por el presidente Santos: “Más claro no canta un gallo”. Las Farc quieren seguir generando el mismo temor que nos invade a los colombianos cuando se pronuncia su nombre, pero ahora vinculándolo con una idea de lucha internacional por el socialismo, la cual tiene su mayor expresión en Venezuela. Si realmente estuvieran en la línea de presentar una opción que respete las reglas de la democracia y del Estado de derecho, habrían escogido una simbología menos amenazante y más conectada con una Colombia cansada de la guerra. Al contrario, siguen usando las palabras “fuerza revolucionaria”, como no queriendo desprenderse de una ideología que solo genera temor y desconfianza. Evocando la obra de Umberto Eco, El nombre de la rosa, cabe preguntarse ¿por qué las Farc habiendo decidido usar un símbolo que se identifica con la reconciliación, el amor y la belleza, desaprovechan su bondad para terminar acompañándolo de la estrella chavista y de una sigla que más que reconciliación, simboliza la obstinación histórica de no querer dejar atrás un pasado del cual poco o nada se puede rescatar? Esa rosa merecía un mejor nombre.*Exviceministro de Justicia. Decano Escuela de Política y Relaciones Internacionales, Universidad Sergio Arboleda. @ceballosarevalo