Según la estadística mundial, aproximadamente uno de cada ocho hombres será diagnosticado, en el transcurso de su vida, con cáncer de próstata y, según la American Cancer Society, alrededor de uno de cada 41 hombres morirá por esta afección.

El tratamiento de esta enfermedad ha tenido una profusa evolución en las últimas dos décadas, tanto en las técnicas quirúrgicas como en el manejo médico. En este proceso, hay un nuevo protagonista radiactivo: el lutecio-177.

Antes de hablar de este isótopo, hay que recordar que el cáncer de próstata se origina cuando las células de esta glándula comienzan a crecer fuera de control. Esta glándula, que solo tenemos los hombres, produce parte del líquido que conforma el semen.

La próstata está ubicada debajo de la vejiga y delante del recto. Algunos tipos de cánceres de próstata crecen y se diseminan rápidamente, pero la mayoría crece lentamente. El tratamiento depende de la edad, el estado del tumor y el tipo de cáncer. En el momento en que las células tumorales viajan a otros órganos, es decir, cuando se generan metástasis, el manejo es complejo porque se transforma en una enfermedad sistémica. Acá es donde el lutecio- 177 tiene un papel muy interesante.

Este isótopo es producido en reactores nucleares de investigación y la tecnología farmacológica permite unir este átomo al PSMA-617. Después de la administración en el torrente sanguíneo de la estructura lutecio-177-PSMA-617, esta se une a las células de cáncer de próstata. Una vez unidas, las emisiones del radioisótopo dañan las células tumorales, alterando su capacidad para replicarse o desencadenando la muerte celular. Hay que resaltar que la radiación de este medicamento actúa en distancias muy cortas para limitar el daño a las células vecinas.

Las investigaciones han demostrado que los pacientes que reciben esta terapia sumada a los tratamientos estándares presentan una reducción del 38 % en el riesgo de muerte y una reducción del 60 % en el riesgo de progresión de la enfermedad.

Como vemos, las tecnologías nucleares con aplicación médica continúan siendo fundamentales para luchar contra el cáncer. En Latinoamérica, países como Argentina, Perú y México avanzan en la producción de isótopos con aplicaciones médicas en sus reactores nucleares de investigación. Espero que, con el desarrollo de la ley de seguridad nuclear para nuestro país, podamos ser autosuficientes en la producción de radioisótopos.

El poder de los átomos es fundamental para luchar contra el cáncer.