La próxima semana sabremos quién será el ganador de las elecciones de Estados Unidos, pero hoy ya sabemos claramente quién será el perdedor: los medios de comunicación. Este convulsionado periodo electoral ha evidenciado serias falencias en la prensa norteamericana que nos obligan a reflexionar. Me explico.
La más reciente encuesta sobre la credibilidad de la prensa, realizada por Gallup, muestra un nuevo registro mínimo. Solo el 31 por ciento de los estadounidenses tiene mucha o algo de confianza en los medios de comunicación masivos del país. El dato representa otro hito a la baja, solo comparable con lo registrado en 2016. La tendencia es escalofriante. En 1972, cuando por primera vez Gallup preguntó sobre la confianza en los medios del país, el 72 por ciento les otorgaba un importante grado de confianza. Lamentable.
La crisis mediática la abordó la semana pasada Jeff Bezos, dueño del Washington Post, pero también de Amazon, una de las empresas más grandes del mundo y, por lo tanto, una de las de mayor exposición gubernamental. En medio de la controversia generada porque el Post rompiera con su tradición y se abstuviera de respaldar un candidato a la presidencia, cuando en la historia reciente ha apoyado a la boleta demócrata, su dueño escribió una pieza editorial en el diario en la que explica que su determinación corresponde a la búsqueda de la credibilidad perdida.
Bezos tiene razón en el diagnóstico, pero erró en el planteamiento de la solución. El millonario plantea que, para que los medios recuperen su credibilidad, deben mantenerse sin bandera. El problema es que una cosa es decirlo y otra es hacerlo. Mientras los lectores del diario sientan que la publicación del medio tiene un sesgo, entre más lo niegue, más rechazo recibirán del público. Es por eso que, como primera consecuencia al anuncio del empresario, más de 250.000 rescindieron su suscripción.
Las televisiones por cable también enfrentan sus propios retos. Aunque durante años el giro y la defensa de posturas editoriales era evidente en esos medios, lo que no estaba tan claro era que el público lo sabía y lo tenía tan definido. Estas elecciones desnudaron las posturas de esos medios, y los políticos que se mueven en los extremos refrendaron la polarización mediática.
Pero no solamente los medios salen como perdedores desde la perspectiva mediática; también lo hacen por la manera en que pasaron de tener el monopolio de la publicación de los hechos a ser, muchas veces, espectadores de los sucesos informativos. En estos comicios fue frecuente ver cómo los medios tradicionales reportaron entrevistas y comentarios de los candidatos que tuvieron lugar en pódcasts o entrevistas fuera de los formatos del llamado “legacy media”. De hecho, la entrevista política más vista de este ciclo electoral no la tuvo ningún canal, sino que fue realizada por Joe Rogan, el presentador de un pódcast, cuya conversación de casi tres horas con Donald Trump fue vista por casi 40 millones de personas.
Los grandes medios siguen teniendo la marca y la infraestructura, pero los medios digitales y basados en personalidades individuales son cada vez más poderosos y logran una conexión innegablemente más cercana.
Sin embargo, el problema sigue siendo el mismo: las motivaciones. Mientras la percepción del público es que los grandes medios se mueven bajo intereses corporativos, la realidad es que los nuevos medios digitales se mueven en las emociones que generan sus personalidades, algo que tiene incentivos perversos porque premian los extremos. Los dos escenarios deben generar inquietud.
La apuesta, entonces, así suene inocente, es nuevamente al sentido común y la sensatez. En un escenario en el que la gente tiene serios cuestionamientos al proceder mediático, es importante siempre regresar a las premisas de honestidad, transparencia y defensa del público al que servimos. Si los medios comprendemos que lo que hacemos es principalmente un servicio social, habremos dado un paso fundamental para la recuperación de la credibilidad, y eso no es contrario a muchas veces tomar una postura firme, pero siempre en favor de la comunidad.
Gane Trump o gane Harris, hay mucha tarea aún por realizar.