“Más allá de las fotos o no, él es un titán”, dijo el presidente Duque sobre las comprometedoras fotos de Guaidó con los paramilitares, tras evadir olímpicamente los cuestionamientos que desde muchos sectores le han hecho por no explicar en qué condiciones entró el político a territorio colombiano y por qué de la mano de unos hombres pertenecientes a organizaciones criminales. Una salida en falso del presidente, si pretende minimizar la gravedad de los hechos. Contrarían, sin duda, su aclamada política de la legalidad que asocia a su programa de gobierno; qué mal mensaje para el país joven que busca cautivar a través de la llamada economía naranja. “El todo vale”, “el corre más que el viento”, “el usted no sabe quién soy yo”, “el mundo es para los vivos” etc. No importa quién eres, lo primordial, lo usual, es que te cuelgues un revolver en la cintura e impongas tu ley; es la imagen que se puede describir del vídeo que circula por las redes sociales en que aparece el hombre con camisa a cuadros, alias ‘Patrón el Pobre’, conductor que transportó a Guaidó de territorio venezolano a Colombia. ¿Cómo puede el presidente Duque y sus subalternos no dar una explicación seria y coherente sobre estos hechos? No hacerlo, como ha ocurrido hasta ahora, perpetúa la ilegalidad como método. El fin justifica los medios; entonces apague y vámonos. Pero como al que no quiere caldo se le dan dos tasas, el gobierno de Estados Unidos, a través de la Subsecretaría adjunta para el Hemisferio Occidental, avaló con desmesurado pragmatismo la explicación de Guaidó y aseguró que ya el dirigente venezolano explicó "describiendo cómo estaba tomando fotografías con varias personas a lo largo de ese día y todos los días. Asiste a miles de protestas y manifestaciones y se toma fotos con quienes se lo piden, como hacen muchos políticos y líderes políticos". Es decir para la Casa Blanca, paladín de la lucha contra el narcotráfico en el mundo, es normal que el autodenominado presidente se fotografíe con narcoparamilitares. El pragmatismo de Trump y Duque destroza lentamente una lucha que el pueblo colombiano soberana y moralmente, más allá de imposiciones, ha enfrentado contra el crimen organizado y el narcotráfico poniendo los muertos de humildes ciudadanos, para que estos señores, guiados por su egoísmo y posiciones políticas enfermizas, que no son fruto de la razón sino de un tribalismo espantoso, justifiquen aliarse hasta con el diablo para tumbar al régimen chavista del poder. Esto que ocurrió no es un asunto menor; ¿Qué dirá Duque ante la Asamblea General de las Naciones Unidas? Porque es muy probable que las preguntas ya estén circulando por los pasillos del todopoderoso edificio de la diplomacia mundial. Sin duda fue una carta que se jugó el presidente Duque, quien ha sido un apoyo incondicional de Guaidó en la región; pero no deja de provocar suspicacias que el autoproclamado presidente de Venezuela le hubiera arrimado el hombro al crimen organizado para evadir a las autoridades de su país y poder entrar a Colombia; pero además que lo hiciera de la mano de “Los Rastrojos”, asesinos de humildes campesinos colombianos y venezolanos que habitan la frontera. @jairotevi