María Corina Machado muy seguramente podría ser la próxima presidente de Venezuela. Eso Nicolás Maduro lo tiene claro, y es por eso que de tajo le coartó toda posibilidad para participar en las elecciones de ese país. Maduro, le dijo al mundo hace un par de días que “por las buenas o por las malas” sería elegido de nuevo presidente. ¿Será que quiere terminar sus días como Manuel Antonio Noriega?
Aun Estados Unidos no ha mostrado al mundo una hoja de ruta clara sobre que hacer con Venezuela. Pero el condenar al dictador venezolano y llevárselo por narcotráfico a la Unión Americana seguramente es una alternativa posible para los norteamericanos. El problema migratorio que se está generando no solo en Colombia, sino en ese país, es monumental.
Incluso, un buen porcentaje de votantes estadounidenses aducen en las encuestas que no votarán por Biden, pues consideran débil su política migratoria. Si el actual Presidente de Estados Unidos quiere reelegirse, deberá encontrar una solución a la grave crisis de la democracia de nuestro vecino país. El electorado latino representa una masa de 34,5 millones de votantes, de acuerdo con el Pew Research Center, los cuales muy seguramente castigarán la benevolencia de Biden con el régimen de Maduro, pues era previsible que el “Acuerdo de Barbados” fuera quebrantado por la dictadura venezolana.
Las democracias del mundo han condenado el que en Venezuela no se realicen elecciones libres. Son muy pocos los países que aún no lo han hecho, entre ellos Colombia, que en calidad de aliado del régimen no lo exhorta para que sus ciudadanos voten por personas distintas a su actual dictador, sino qué, por el contrario, lo apoya con su silencio ensordecedor.
Otra dictadura que no condena el Gobierno colombiano es la de Irán. El progresismo local ha sido benévolo y permisivo con el maltrato y opresión a las mujeres por parte de esa dictadura. El atropello a los derechos humanos que diariamente comete el régimen de ese país es aterrador. El pueblo baluchi, una minoría étnica en lo que conociéramos como Persia, está siendo aniquilada. Sin embargo, Colombia no se ha pronunciado al respecto y, por el contrario, uno de los primeros actos del canciller Leyva fue el restablecer relaciones con Irán.
La suerte de los ciudadanos que están contra la dictadura del Ayatollah, es el ser quemados vivos hasta morir, ser ahorcados, acribillados, o en el mejor de los casos, encarcelados, como lo es el caso de la actual mujer premio Nobel de Paz, Narges Mohammadi, activista y periodista iraní que está presa por luchar por los derechos de las mujeres.
Acaso ¿Las mujeres iraníes carecen de valor para el movimiento progresista? Ellas también tienen derechos, al igual que los baluchis y los opositores al régimen.
El progresismo colombiano, no condena el atropello a los derechos humanos de una mujer como María Corina Machado, que pudo ser elegida Presidente de Venezuela, lo cual adicionalmente haría que a nuestro hermano país volviera a la democracia. Tampoco dice nada cuando se lesionan gravemente los derechos de las mujeres en Irán, que son obligadas a casarse en muchos casos siendo niñas pequeñas, no pueden escolarizarse y deben vivir manumitidas, no pueden vivir por sí mismas.
El progresismo en Colombia en su discurso aboga por los derechos de las mujeres y su mayor inclusión en la sociedad, pero eso es simplemente un bla-bla-bla, pues en el fondo apoya gobiernos que reprimen sus derechos. Por cierto, también apoyan dictaduras e incluso parece enorgullecerse de ello.