La acción de Ecopetrol en la Bolsa de Colombia y en Wall Street perdió, desde 2023, el 25 por ciento del valor. Esto, luego de forzar a la empresa hacia fuentes renovables no convencionales (eólica, solar, geotermia e hidrógeno verde), en detrimento de las reservas de hidrocarburos, además de extraerle, mediante impuestos, dividendos y regalías, más de 80 billones de pesos en 21 meses (mientras su índice de endeudamiento crece) y padecer los escándalos públicos de Ricardo Roa y su combo o acatar la interferencia antitécnica de Petro en los proyectos de inversión.
La actual administración, incluyendo la presidencia y la junta directiva, erosiona significativamente la cultura laboral y las relaciones sindicales, construidas por décadas. Estas relaciones fueron fundamentales en la configuración de normas del derecho colectivo colombiano, cuyo origen se remonta hasta la época de la Tropical Oil y la reversión de la concesión De Mares. La presente gestión oscureció esta historia mediante arbitrariedades.
La andanada empezó con el nombramiento de Victoria Irene Sepúlveda como vicepresidenta corporativa de Talento Organizacional desde hace ocho meses, quien es del riñón de Roa aunque la página de Ecopetrol no lo reseñe. Lo acompaña desde 2008: primero en Essa (Electrificadora de Santander), luego en TGI y en la Empresa de Energía de Bogotá, y viene del Grupo Chilco de Energía y Gas. No se nombró para mejorar las relaciones colectivas, sino para implantar, como sea, el roscograma de Roa y de las fuerzas que emergen en el poder en Ecopetrol. No hubo concurso ni respeto por quienes hacían ruta de carrera en la compañía.
Sepúlveda es el medio para controlar con recomendados y correveidiles esta área clave y procede como esbirra. Al personal que se reemplazará se le da a escoger entre el despido o el plan de retiro voluntario, por el que al final termina optando “el amenazado”. Ya van 80, más que en cualquier año.
Según cálculos actuariales, cada uno causa, con todas las prerrogativas concedidas y sin agregar valor, un gasto promedio de $2.500 millones de pesos hasta pensionarse. Se habla de centenares en dicha condición, entre ellos el exviceministro de Trabajo Edwin Palma, miembro de la Junta Directiva de Ecopetrol. Escandaloso.
Ante la zozobra del despido sin justa causa y del “boleteo” al que se somete al personal, se pasó de 51 a 64 sindicatos en busca de amparo en el fuero sindical que ataje los inicuos procedimientos. Crecimiento de organizaciones originado en la desconfianza que inspira el colaboracionismo de la Unión Sindical Obrera (USO), hoy a favor del empleador y no de sus representados. Como parte de esa connivencia, se suscribió el 24 de junio de 2024 un acta extraconvencional (discutible recurso en el sindicalismo) para excluir altos cargos de la convención colectiva de trabajo con el pretexto de acabar con el antiguo Acuerdo de Adhesión 01 de enero de 1977, al que acusaban de ser Pacto Colectivo.
En el proceso, impulsado por el entonces viceministro Palma, se legalizó un plan especial de beneficios a 700 exceptuados de la convención y se concedió a la USO, en detrimento de otros sindicatos y del derecho a asociación, el pago de la cuota sindical de los demás 9.300 trabajadores, comprendidos los no afiliados. La USO acrecentó así sus ingresos anuales de 21.000 millones de pesos a 51.000 (ver adjunto).
Fruto del concubinato con la USO se nombró a dedo, en el cargo de jefe nacional del Departamento de Gestión Sindical, a Karem Tatiana Leal, venida del grupo de Talento en el piedemonte llanero. Se montó un control organizacional de “yo con yo” después de reajustar la remuneración correspondiente y, para implantarlo, se impelió al “retiro voluntario” de personas con trayectoria. ¿Cómo se seleccionó a Karem?
El roscograma permite influir en el área de contratación comercial y abastecimiento y de su personal. En la circulación de hojas de vida de recomendados por la Junta Directiva de Ecopetrol y de la USO, algunos de los directivos triplicaron sus salarios, de cuatro o cinco millones de pesos mensuales a quince y más. Acumularon dos ascensos en la nómina de dirección y confianza, pasaron de operarios a profesionales.
Entre tanto, el comité de reclamos se tornó en escenario formal, lejano del interés de Ecopetrol, y tramita el clientelismo, como reintegrar personal despedido por actos venales, condenados en la justicia ordinaria, o como asignar al sistema exceptuado de salud a personas sin derecho. Tengo nombres.
Parece que la apropiación interna de la estructura corporativa al servicio de una rosca gobiernista, que aprovecha el cuarto de hora, arrasa normas, historia, requisitos y objetivos estratégicos, es la “democracia obrera” de la que habló Petro en Ecopetrol. ¡El cambio en reversa!