Margarita Cabello, la procuradora recién electa, ha querido minimizar una denuncia revelada por esta columna en días pasados con un escueto comunicado en el que no dice nada. En la denuncia que desempolvé de la Fiscalía, Margarita Cabello es señalada de haber utilizado su poder e influencia en la justicia para mover los hilos en contra de Luis Enrique Guzmán Chams, el ganadero que denunció a Álex Char, el exalcalde que quiere llegar a la Presidencia, por haber recibido varias coimas dentro del contrato para la construcción del tanque de agua de Barranquilla.
Esas investigaciones, pese a tener una fuerte base probatoria, siguen engavetadas en la Fiscalía desde 2017. En el reino de los Char, el rey Álex y su séquito son intocables y se ufanan de serlo porque sienten, con razón, que eso de estar por encima de todos es una demostración de su poder.
La Cabello no solo pasó por alto el hecho de que está denunciada en la Fiscalía junto con Álex Char por varios delitos que van desde el concierto para delinquir hasta el constreñimiento de la justicia, sino que maquilló sus silencios con frases de cajón como la de que no iba a admitir que se pusiera en tela de juicio su reputación profesional “forjada desde la honestidad y la pulcritud” o la de que nadie podía utilizar su nombre para beneficio personal.
La realidad es que la procuradora Cabello está en mora de explicarle al país por qué terminó enredada en este escándalo de corrupción en el que se le señala de haber utilizado su poder como ministra de Justicia para mover los hilos en favor de Álex Char, el delfín del poderoso clan familiar que fue el mismo que lideró su campaña para que la eligieran procuradora (Yo te elijo, tú me proteges). Guzmán Chams la vincula específicamente a un episodio en el que sorpresivamente se reemplazó una jueza que iba a fallar una de sus demandas civiles que él mismo había puesto en contra de Carlos Bengal, el contratista del tanque.
La primera vez que Guzmán Chams escuchó el nombre de Margarita Cabello fue en una de las tres reuniones que el ganadero tuvo en su oficina con el empresario David Name, las cuales fueron propuestas por el propio Álex Char y su combo con el propósito de ver si se podía llegar a un acuerdo para que Guzmán Chams retirara la denuncia contra el delfín del clan Char. “David Name me amenazó, lo hizo de una manera elegante, pero me amenazó con llamar a Margarita Cabello para que tomara cartas en el asunto si yo no retiraba la denuncia contra Álex Char”, me dice Guzmán Chams.
La amenaza lo afanó, pero no lo sorprendió. “Yo sabía que Margarita es amiga de David Name y que es una persona que maneja los hilos de la justicia en el Atlántico”, afirma Guzmán Chams.
Lo que pasó después de esa reunión demuestra el poder que tienen los Char sobre la justicia y que enreda aún más a la procuradora electa. La jueza que tenía uno de los procesos civiles fue trasladada repentinamente a Cartagena y ascendida momentos antes de que fallara. Su cargo fue ocupado por una jueza de menor jerarquía por 45 días, llamada Elba Escorcia.
Según Guzmán Chams, ella falló en su contra el último día de diciembre a las 4:55 de la tarde. Guzmán Chams dice que detrás de este traslado estaría la mano de Margarita Cabello y así lo ha denunciado en la Fiscalía.
Hasta el momento la procuradora electa ha guardado silencio, como lo ha hecho el rey Álex, el intocable. Margarita Cabello dice que nadie puede utilizar su nombre para mover intereses personales, pero no nos ha contado cuáles son sus cuotas burocráticas en el reino de los Char. Su hijo, Alberto Mario Caparroso Cabello, tiene dos contratos por cerca de 800 millones de pesos con la Alcaldía de Barranquilla para arreglo de parques, los cuales fueron otorgados cuando Álex Char era alcalde. Y según mis fuentes, el exalcalde le habría entregado a la procuradora electa la Secretaría del Deporte.
Una procuradora que no se ha posesionado y que ya está siendo señalada de mover los hilos de la justicia en favor del poderoso clan Char, del que a su vez devenga cuotas políticas, no puede ser garantía de nada bueno.
Álex, el intocable, no ha dicho nada sobre los presuntos cobros de coimas en su alcaldía ni tampoco se ha referido a los hostigamientos ni a las intimidaciones que el exalcalde le habría hecho a Guzmán Chams, las cuales incluyen hasta amenazas de muerte. Y la reina Margarita solo se ha dignado a hacer un escueto comunicado en el que es más lo que no dice que lo que dice. Pero eso sí, cuando un periodista de un medio se atreve a esculcar más allá de lo mandado, la publicación misteriosamente desaparece de los estantes de venta de la Olímpica. Eso me dicen que sucedió con la edición de SEMANA en la que escribí la columna ‘El rey Alejandro y la princesa Margarita’.
Eso también lo hacía Pablo Escobar.