La construcción de una carretera que cruce el Tapón del Darién hacia Panamá, para muchos impenetrable, no es una idea nueva. Por muchos años se ha explorado la posibilidad de terminar de pavimentar la famosa carretera Panamericana de 17,000 km que va desde Alaska hasta Ushuaia, incompleta únicamente en el tramo colombo-panameño, donde solo faltan aproximadamente 130km.
Repetidamente, se ha descartado este proyecto por diferentes motivos: complejidad técnica, dudas sobre los beneficios, afectación ambiental y el riesgo de llevar la fiebre aftosa del ganado a América del Norte (tema superado hace años). Sin embargo, el verdadero obstáculo es la oposición gringa y panameña. En este artículo presento algunas ideas de por qué se debe volver a explorar ese proyecto, especialmente en este momento histórico.
La primera razón, y probablemente la más importante, es que el Estado colombiano está perdiendo este territorio a manos del Clan del Golfo. Perder es un decir, ya que poca ha sido la presencia del Estado en esta zona que por mucho tiempo fue casi inhóspita, cosa que hoy en día no es cierto. The Economist publicó un artículo sobre el tráfico de personas cruzando el Tapón hacia Panamá, rumbo EE. UU., y las cifras son asombrosas.
En el 2023 más de 500,000 personas cruzaron el Darién y se estima que en el 2024 superarán los 800,000, siendo venezolanos, ecuatorianos, chinos y haitianos, en ese orden, las nacionalidades de las cuales más personas cruzan. Más impactante aún es la rentabilidad del negocio: se estima que los ingresos del Clan del Golfo por controlar el paso del Darién son de $4000 millones de dólares anualmente, una cifra muy superior a la de la exportación de café, dinero que es usado para financiar otras actividades ilícitas como el narcotráfico y lucha armada contra las autoridades colombianas.
Ambientalmente, hay muchas carreteras hoy en Colombia o América Central con ecosistemas selváticos comparables a los del Darién. Ciertamente, no son esos 130 kilómetros de carretera lo que va a deteriorar la selva del Darién, y más bien pasará lo contrario. El argumento ambiental de no intervenir la selva por muchos años fue, hasta cierto punto, válido. Contiene una gran riqueza natural y la conservación de su fauna y flora es de gran importancia nacional.
Lastimosamente, la selva ya no está deshabitada y está bajo el control de grupos armados que poco velan por la preservación de la naturaleza. Si ya existe un flujo de cientos de miles de personas anualmente, es mejor que sea canalizado de manera organizada a través de una carretera que cuente con todos los controles ambientales por parte del Estado y sus fuerzas armadas. Aun así, no construir la carretera igual no asegura la de protección de la selva. Con solo ver las lamentables cifras de deforestación en zonas protegidas en la Amazonía, es evidente que la ausencia de infraestructura pública no es garantía de que exista una preservación ambiental. Al ver el enorme flujo de personas que cruzan el Darién, que por ahora parece que seguirá creciendo, lo más responsable en este momento en cuanto a la protección de la selva es construir la carretera.
Además de la importancia política y social detrás de la carretera del Darién, está la económica. Un paso terrestre hacia el mercado centroamericano cada vez se vuelve más interesante. Centro América ha tenido un boom económico en los últimos años: la región creció su PIB en un 77%, pasando de $204bn en el 2010, a $361bn en el 2023. Eso es un mercado más grande que el colombiano, al cual actualmente solo estamos llegando marítimamente. Sin un paso terrestre es imposible alcanzar nuestro potencial competitivo en este mercado. Un ejemplo ilustrativo es el estadounidense: la gran mayoría de los productos que van de Florida al noreste de los Estados Unidos son transportados en camiones, no en contenedores en barcos.
Nuestra cercanía geográfica, fuera de México, nos convierte en el país industrial de mayor potencia que podría atacar esta zona con fuerza. Hay que aprovechar que México ya está en otras ligas: de los $600 billones USD que exporta anualmente, solo el 1,6% de sus exportaciones van hacia Centro América. Ese mismo monto representaría el 24% de las exportaciones colombianas. Lo que para México son migajas, ya que su foco está en el norte, para Colombia es una oportunidad bastante interesante.
Ahora bien, más allá de los motivos, hay un nuevo e importante factor decisivo que por fin puede abrirle las puertas a este macroproyecto. El mes pasado, el recién elegido presidente de Panamá, José Raul Mulino, dijo que el control fronterizo con Colombia ha sido un fracaso. En vez de derrochar dinero público en mayor seguridad para intentar detener el flujo de personas, va a ayudar a las personas a cruzar Panamá para que sigan su camino hacia EEUU. Mulino lo entendió.
La preocupación estadounidense y panameña de que al facilitar el paso de Colombia a Panamá, y posteriormente a EEUU, aumente la inmigración ilegal a Estados Unidos, parece hoy débil frente a la apabullante realidad de lo que está ocurriendo.
Ya casi son un millón de personas que están cruzando el Darién anualmente hacia EE.UU., Es mejor que esto ocurra de la manera más ordenada y supervisada posible y no que esto fortalezca al Clan del Golfo. Para el presidente panameño ya es evidente, y, si el gobierno estadounidense no lo quiere aceptar, estamos en un momento histórico donde las pautas que imponían han perdido relevancia. Vale la pena considerar cuál de los candidatos actuales a la presidencia puede ser un aliado más estratégico para este objetivo.
La carretera al Darién es una obra de enorme importancia para Colombia. Con ella se puede recobrar un territorio que está en manos de criminales, se humaniza la realidad de los migrantes, le abre la puerta a Colombia hacia una economía pujante y un camino más cercano hacia el norte, y, haciéndolo, se puede asegurar un mayor control ambiental que hoy en día es nulo. Panamá también se beneficiaría del turismo colombiano y la mayor apertura a la industria y productos de este país. El sueño americano para miles de personas hoy en día arranca en el Darién colombiano, ¿por qué para nosotros no?