En un mes habremos elegido congresistas, votado las consultas de los partidos y sabremos quiénes son los candidatos presidenciales que irán a la primera vuelta. Hoy, con todo y las encuestas, es imposible vaticinar que va a pasar. Los años del ‘trapo rojo y azul’ pasaron a la historia, y la afinidad de los electores con los partidos políticos ha caído a su más bajo nivel. Existe un inmenso malestar con la corrupción. El país está indignado especialmente por la forma como se han robado los recursos de la salud y los alimentos de los niños. Más bajo no pueden haber llegado los corruptos. Quiero desde aquí dirigirme a esos colombianos que han realizado grandes esfuerzos para superarse. Han logrado terminar su educación, inclusive alcanzando un título de educación superior. Ellos saben que sus logros los han conseguido gracias a su sacrificio, pero también a oportunidades que el país les ha dado. Muchos han pasado grandes trabajos para lograr sus realizaciones, y posiblemente solos, o en asocio de sus cónyuges, han ahorrado mensualmente para conseguir su hogar y para garantizarles una educación de calidad a sus hijos, para que estos, el día de mañana cuando se gradúen, puedan conseguir un buen empleo. Estos padres, más que nadie, saben que los logros solo se alcanzan trabajando y ahorrando, y que lo conseguido se puede poner en riesgo si el gobierno no garantiza seriedad en el manejo del Estado. Muchos tienen una percepción general de los candidatos, pero poco conocimiento sobre lo que estos están proponiendo. Es tal la aburrición que produce la política, que ni siquiera se toman el esfuerzo de averiguar las propuestas y realizaciones de aquellos que buscan su elección. A diario los medios de comunicación informan al país los problemas que el gobierno que llega tendrá que enfrentar, pero esta información se pierde en la lucha política pasional, que nada le deja a Colombia. Temas como el mejoramiento de la salud, que, por sus carencias, tanto dolor les causa a muchos compatriotas, que no acceden a ella en condiciones de oportunidad y calidad, se pierden en los enfrentamientos políticos. Lo mismo pasa con los programas para impulsar la generación de empleo productivo y estable para un gran número de colombianos. O la forma como estos van a poder acceder a una educación de calidad, que les garantice acceso a un trabajo digno. Los electores deberíamos prestar atención a la manera como los candidatos esperan conducir la economía, los sacrificios que se tendrán que realizar, la manera como construirán un régimen pensional más justo y equitativo, que aplique por igual a todos los colombianos. Es importante conocer qué se va a hacer con la justicia. Los niveles de impunidad y mora en las decisiones no garantizan que las normas escritas se apliquen en la realidad. ¿Y qué decir de la seguridad que agobia a las ciudades? Necesitamos propuestas novedosas que permitan desarticular las bandas criminales, apartando paralelamente a la juventud de la delincuencia. Mientras el hampa hace de las suyas, no podemos seguir aceptando que las autoridades señalen a otros como responsables de su omisión. ¿Dónde está la colaboración armónica entre los poderes? Pero aquí quizás lo más importante es saber ¿de dónde van a salir los recursos para financiar los programas propuestos? Por la pérdida de los impuestos pagados por el sector minero-energético y el creciente gasto público, el gobierno entrante tendrá que continuar “ajustándose el cinturón”, y quien aspire a gobernar tendrá que ser muy ingenioso en la forma de conseguir recursos, sin gravar más a los de siempre, especialmente a aquellos trabajadores que ven desaparecer en cada nómina hasta el 30 por ciento de su sueldo, en retenciones en la fuente. Aquí no vale decir que se va a luchar contra la evasión, queremos saber cómo lo van a hacer. Votar, sin conocimiento de las propuestas de los candidatos, es una irresponsabilidad. Un buen gobierno puede lograr que millones de colombianos mejoren su nivel de vida, y que patrimonios familiares logrados con esfuerzo y trabajo se mantengan y crezcan. Pero especialmente, que el país sea un lugar de oportunidades para más colombianos. Hagamos el esfuerzo.  *Director de la Escuela de Gobierno, Universidad de los Andes