El martes pasado, cientos de miles de ciudadanos de Medellín, Cali, Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga, Neiva, Pereira, Ibagué, Cúcuta y otras ciudades del país salimos a las calles con el objetivo de enviarles al presidente y al Gobierno nacional un mensaje contundente: Colombia no va por buen camino y cada día nos preocupa más el rumbo hacia el que nos lleva el Gobierno Petro. De forma pacífica, sin agresiones a ninguna persona, bien público o propiedad privada, ni a nuestra fuerza pública, una amplia mayoría ciudadana se manifestó democráticamente dejando por sentado un inconformismo generalizado frente a las reformas en trámite ante el Congreso de la República, la incertidumbre que han generado la mayoría de las decisiones del presidente, los escándalos que no han parado desde que inició su mandato y su talante autoritario y cada vez más radical.
En general, el balance de las marchas del 20 de junio es muy positivo: fue una expresión cívica y ciudadana de una gran mayoría de colombianos cansados, pero también comprometidos con el futuro del país, exigiéndole a Petro dedicarse a gobernar en lugar de promover odio, división y zozobra. Por eso, estoy convencido de que lo ocurrido el martes fue un preámbulo de lo que va a pasar en las elecciones regionales y locales de octubre.
Incluso, ese mismo martes el país evidenció el primer resultado de las marchas: la reforma laboral se hundió en el Congreso por falta de quorum. Una buena noticia para el país, ya que esta reforma, como estaba planteada, ocasionaría la destrucción de más de 450.000 empleos formales en un horizonte de tres y cuatro años, reduciría la capacidad para la contratación de nuevos empleados al generar altos costos para el 97 por ciento de las empresas colombianas y obstaculizaría el crecimiento y la productividad del presente y el futuro del país.
Claro que es importante implementar una reforma laboral, pero no como la plantea el Gobierno. El camino más sensato es realizar una gran concertación con todos los sectores implicados para acordar la verdadera reforma laboral que necesitamos. Por esta razón, también creo que, así como es importante la manifestación pacífica ciudadana, es fundamental proponer y estar abiertos al debate democrático. En ese sentido, propongo cinco elementos esenciales alrededor de los cuales debe concentrarse el debate: disminución de la informalidad, generación de nuevos puestos de trabajo formales, estudio de esquemas de contratación adecuados a las características laborales de cada sector, generación de incentivos a la contratación de jóvenes y mujeres, y creación de mesas de trabajo con la industria de las plataformas digitales para aumentar las garantías laborales de los trabajadores, sin que sean tratados bajo las medidas de los empleos tradicionales. Estoy convencido de que el único factor que permite reducir la pobreza de manera permanente y sostenible es la creación de empleo. Es necesario que el país fortalezca una institucionalidad favorable a la creación de empresas y a las políticas de empleo sostenible, no que las destruya como lo pretendía la reforma hundida en el Congreso.
Por el descalabro de esta iniciativa y muchas otras que no vemos con buenos ojos la mayoría de colombianos, Petro debería ser flexible y escuchar el mensaje claro y contundente que se envió el martes desde las calles y desde el Congreso: hay que replantear tanto el estilo soberbio del presidente y muchos de sus ministros como la obstinación con unas reformas que conducen a un cambio, pero para empeorar. Se requiere, por tanto, más diálogo y menos confrontación, más apertura y menos hermetismo; un verdadero acuerdo nacional que siente las bases de las transformaciones que todo el país requiere y necesita, no solamente las que el presidente Petro, desde el sofisma del mandato popular, nos quiere imponer a como dé lugar. A menos del primer año de gobierno, la más reciente encuesta Datexco muestra que la desaprobación de Petro y su gestión llega al 60 por ciento... un reflejo del malestar ciudadano que le debería servir para autoevaluarse y corregir el rumbo por el que nos lleva.
Presidente Petro, escuche y no desconozca el reclamo legítimo y democrático que la mayoría de la gente le está haciendo. No siga gobernando para unos pocos y mucho menos para beneficiar a criminales y bandidos como lo ha buscado hacer desde que llegó al poder. Usted lleva más de diez meses en el cargo de presidente, asuma su responsabilidad de gobernar. Y hágalo con toda la gente y con la inclusión de todos aquellos sectores que son determinantes para el progreso de la nación.El país no va bien. La mayoría de ciudadanos sienten preocupación por el rumbo de la seguridad, el orden público, la economía, el empleo, la salud, las pensiones. Por eso insisto en que es necesario corregir el camino por el que vamos, y las elecciones locales y regionales del 29 de octubre representan la siguiente gran movilización ciudadana para recuperar al país a través de liderazgos políticos y ciudadanos con un gran corazón y sentido de pertenencia por Colombia. Ese día comienza la recuperación del país.