La Conferencia de las Partes de la Convención sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas, conocida como COP16 y realizada en Cali, capital de la región del Pacífico colombiano y cuya exitosa clausura se realizará este 1º de noviembre, nos deja como legado a las 196 delegaciones de países asistentes, al Gobierno nacional, a los gobiernos departamentales y municipales, a las diversas comunidades indígenas y afrodescendientes, a todas las expresiones culturales, académicas, científicas, empresariales y sociales que asistieron, lo mismo que a todas las personas que habitamos en Colombia y a los colombianos residentes en el exterior, que la lucha en defensa de la biodiversidad y de un medio ambiente sano y sostenible —tanto en Colombia como en otros países del mundo— debe llevarnos a saber que para lograrlo debemos ser capaces de unirnos en la diferencia, mucho más cuando Colombia ha quedado con la presidencia de la COP16 hasta cuando se realice la próxima en otro país, lo que posiblemente será en dos años.

En la búsqueda de esos nobles propósitos, le corresponde al presidente Petro, desde su democrático cargo de presidente de la República, contribuir a desarmar la palabra y estimular un clima de diálogo social con diversos sectores políticos y sociales, así sean críticos al gobierno.

Pese a las diferencias que puedan existir, la lucha por la defensa de la biodiversidad, de un medio ambiente sano y sostenible y de las fuentes de agua potable es un factor de unidad y de trabajo común de las personas, empezando en los municipios y las regiones, que es donde al final de cuentas vive la gente.

Como en Colombia ya estamos cansados de tanta corrupción, violencia, descalificaciones y polarizaciones, recojamos el espíritu unitario, respetuoso y creativo en la diferencia que primó durante todo el desarrollo de la COP16 y procuremos que sea este el que prevalezca en ese diálogo social nacional, en los municipios y regiones porque la defensa de la biodiversidad empieza en ellos y en ese propósito Colombia debe continuar siendo un buen ejemplo a seguir a nivel internacional.

En ese camino y dándole continuidad al mensaje del presidente Petro y de la ministra del Medio Ambiente de Colombia, Susana Muhamad, sobre la necesidad de hacer un pacto con la naturaleza y por la vida, sería importante que en todos aquellos municipios y regiones donde operan grupos armados ilegales les solicitemos que hagan un cese de todas sus actividades violentas contra la población y las fuerzas militares y de policía.

Esto con el fin de que en medio de ese pequeño escenario de paz con la naturaleza y la vida, el Gobierno nacional, los gobiernos departamentales y municipales se comprometan a desarrollar una política de diálogo social con la población sobre los programas sociales más prioritarios para la gente y los niños, y para configurar una pequeña comisión de garantes de esas experiencias de paz y participación ciudadana.

En este escenario, entre otros temas, no se deben descartar expresiones conjuntas de veeduría y transparencia conformadas por algunos delegados de los grupos armados ilegales y de las fuerzas militares y de policía, sobre el manejo transparente de los recursos públicos y de las acciones a seguir en terreno en defensa de la biodiversidad y de las fuentes de agua potable.

En el mismo propósito de saber unirnos en la diferencia por la defensa de la biodiversidad, de un medio ambiente sano y de las fuentes de agua potable, reitero una vez más que sería importante que todos los candidatos y candidatas a la Presidencia de Colombia en 2026, lo mismo que los partidos y movimientos políticos con representación parlamentaria, se comprometieran públicamente a incorporar en sus programas y agendas de trabajo las principales conclusiones y recomendaciones de la COP16, y de esa manera poder decir, a nivel nacional e internacional, que la lucha por la biodiversidad hace parte en Colombia de una política permanente y de Estado.