El principal riesgo que afronta la economía global es el aumento de la inflación que ha causado que los bancos centrales hayan acudido a incrementar las tasas de interés con el propósito de controlar la escalada de precios, que en el caso de los alimentos presentan incrementos superiores al 30 % anual, o los precios de la energía que han escalado en una proporción similar.
Con el nuevo escenario de inflación y tasas de interés altas, es claro que la era de dinero barato que existió desde la crisis financiera de 2008 hasta el año 2021 llegó a su fin, así mismo los determinantes de la inversión también van a cambiar, o mejor, existirá un regreso hacia el valor fundamental en cualquier tipo de inversión, en la medida que el dinero ahora es más caro el costo del riesgo es aún mayor, porque los activos seguros han aumentado su rentabilidad prácticamente por encima de lo que hasta el primer semestre de 2022 pagaban los activos riesgosos.
Varios activos con valores fundamentales dudosos se han desvalorizado bruscamente a partir de las alzas en las tasas de interés que han hecho los principales bancos centrales, la FED de Estados Unidos llevó su tasa desde el 0,25 % en marzo de 2022 al 4,50 % la semana pasada; el Banco Central Europeo desde el 0,5 % en julio de 2022 al 3 % en su reunión de febrero, y el Banco de Inglaterra subió el tipo de interés desde 0,5 % en febrero de 2022 al 4 % iniciando este mes. Las criptomonedas son la principal muestra de que gran parte de la liquidez extra provista por la política monetaria laxa del pasado fue a parar a ese tipo de activos, ahora que el costo del dinero se ha normalizado el precio de esos activos empieza a caer hacia el verdadero valor fundamental, Bitcoin cayó desde US$64 mil en noviembre de 2021 a US$21 mil de ahora, su valor es mucho menor que el actual y una mayor caída de los precios no será una sorpresa.
Las restricciones sobre el valor del dinero naturalmente llevan a que el proceso de selección de inversiones sea más riguroso, inclusive los inversores más experimentados prefieren las opciones tradicionales como los depósitos a termino fijo, los bonos emitidos por los gobiernos, y hasta cuentas de ahorro, mientras se alejan rápidamente de las opciones más riesgosas como las criptomonedas; las acciones vinculadas a tecnologías emergentes o de negocios en etapa de maduración; y de las materias primas, a excepción de la energía y alimentos.
En el horizonte las dudas sobre la economía están en el persistente incremento de precios, los costos de la energía, y una desaceleración de la actividad económica provocada por disminución de la inversión de las empresas y menor consumo de las personas puesto que ambos ahora deben financiar a mayor precio su apalancamiento, provocando o que no inviertan, o pospongan sus decisiones de compras, esto además tiene un efecto en los activos de finca raíz cuya rentabilidad efectiva empieza a verse eclipsada por la de activos tradicionales como los depósitos a término.
En Colombia, por ejemplo, las tasas de interés de los bancos en CDT rondan el 17 % efectivo anual en comparación con rentabilidades del 10 % anual que ofrece la propiedad raíz, o remuneraciones de depósitos y fondos de inversión a la vista superiores al 12 % anual. Algo similar sucede en otras latitudes como Estados Unidos y Europa donde las tasas de rentabilidad de los activos de bajo riesgo sobrepasan el 6 % y además otorgan protección del capital.
La vuelta a los valores fundamentales de los activos es la nueva “moda” en la inversión del 2023 y permanecerá hasta que cambien las condiciones de las tasas de interés, que continuarán altas mientras las presiones inflacionarias se moderan, se puede esperar que luego las tasas de interés se reduzcan pero no regresen a niveles tan bajos como los que vimos en 2020 hacia atrás, esta nueva situación va a llevar a que la inversión excluya aquellas opciones que no comprueben un verdadero valor fundamental.