Como en materia de salud no empezamos de cero, con todo respeto considero que el Gobierno nacional se equivocó al colocar sus prioridades en la presentación de un proyecto de reforma a la salud, que no solo lo ha desgastado y posiblemente lo continuará desgastando políticamente porque la misma no ha sido el resultado de un amplio diálogo y acuerdo con todos los sectores institucionales que están relacionados con la salud.
En los temas de salud, pienso que los esfuerzos institucionales del presente o de los próximos gobiernos nacionales, de los gobernadores departamentales, alcaldes municipales, de las Empresas Promotoras de Salud (EPS) y de la población urbana y rural se tienen que expresar en el mejoramiento de la red hospitalaria, de la atención primaria; de efectivos procedimientos de vigilancia y control, donde la participación de la comunidad, principal beneficiario en materia de salud, es fundamental.
Estoy seguro de que esos esfuerzos de diálogo y coordinación son los que permitirán resolver las necesidades de la población, urbana y rural, de manera especial, la de más de 12 millones de personas que actualmente carecen de los más elementales servicios en materia de salud, y paralelo a ello, procurar liberar a muchos hospitales públicos de las garras de los politiqueros, de la corrupción y de la interferencia de los grupos armados ilegales en su funcionamiento interno.
Por mi propia experiencia como gobernador del Valle del Cauca, del 2004 al 2007, creo que esa tarea es posible lograrla con las leyes y mandatos legales que actualmente existen en el país para el sistema de salud.
La misma exige cesar la polarización entre los que están a favor o en contra de la reforma a la salud, y fundamentalmente, procurar la coordinación de esfuerzos del Gobierno nacional con los gobernadores, alcaldes y todas las personas e instituciones públicas y privadas relacionadas con los servicios de salud, con los exministros de salud, presidentes de las EPS, que demostraron eficiencia en los temas de prestación de los servicios y con los directores de los hospitales públicos y clínicas privadas que tienen positivas experiencias que mostrar a nivel científico y en los campos de la innovación, la solidaridad y la atención integral en materia de salud. Ese diálogo y entendimiento en la diferencia es lo que nos permitirá aceptar y reconocer que, en Colombia, a pesar de males internos como la corrupción, la violencia y la desigualdad social, hemos logrado destacados avances en materia de salud en los últimos 50 años, tal como lo han señalado importantes organismos y validadores internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Como el proyecto de reforma a la salud debe pasar, a partir de febrero de 2024, al estudio y aprobación del Senado, muy respetuosamente le sugiero al señor presidente del Congreso de la República, senador Iván Name, que en compañía de una comisión pluralista del Senado promuevan, a manera de consulta, el diálogo en todas las regiones de Colombia, a fin de que las necesarias modificaciones que deben hacerse para mejorar la cobertura, calidad, promoción, prevención y atención de la salud, y bajar los costos de los medicamentos y servicios, sean ante todo el resultado de un gran acuerdo nacional por la salud y la vida.