Nunca voy a Nueva York porque los hoteles son venenosamente caros, aunque en realidad tienen razón los que dicen que no hay nada caro, simplemente cosas que uno no puede pagar porque no tiene la plata. El fin de semana pasado estuve en Nueva York porque me invitó la fundación que creo Hernán Guaracao. Me alojaron en el Hyatt Grand Central en una habitación de 495 dólares la noche, más el destination fee, un recargo de 50 dólares diarios por el privilegio dedormir en Manhattan.

Conocí a Hernán hace 40 años, en 1983. Él se había graduado en la facultad de comunicación social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano en Bogotá y lo habían contratado en Bucaramanga, a los 23 años, en Vanguardia Liberal, el periódico que fundó mi suegro, Alejandro Galvis Galvis. El gerente le dijo: “Preséntese donde Donadio en el tercer piso”. Yo era el jefe de redacción. Hernán empezó como redactor judicial, pero estaba más perdido que el hijo de Lindbergh. Un día lo llevé al Palacio de Justicia para mostrarle que había juzgados civiles, penales y laborales y tribunal superior y tribunal administrativo.

Cuando Hernán, que era muy tímido y de pocas palabras, me entregaba una noticia, yo le preguntaba por qué el lead lo había puesto al final. El lead es lo que va al principio. Cuando me retiré, Hernán se quedó unos años más, se casó con una funcionaria de la Gobernación que conoció cuando lo ascendieron a cubrir esa fuente y después tramitó una beca Fulbright en la embajada americana. En el Toefl, el examen de inglés, le quedó faltando un punto, pero un alma caritativa en la embajada le otorgó la beca. Llegó a la universidad en Iowa. Le pedía permiso a los profesores para poner una grabadora de casete en el escritorio donde dictaban las clases. Por la noche escuchaba el casete, pues en clase no había entendido. El día que le tocó escribir una noticia el profesor le preguntó por qué había puesto el lead al final. Al graduarse, Hernán trabajó en varios periódicos hispanos. Hacía de todo, desde redactar, diagramar y tomar las fotos hasta llevar los fajos de periódicos a los restaurantes y negocios latinos donde se distribuían gratis.

En 1994 fundó su propio periódico en Filadelfia, Al Día News. Su esposa sostenía la casa trabajando en una factoría. Al principio vendía el aviso de página entera de la contraportada por 500 dólares. Después, poco a poco, la tarifa subió a 6.000 dólares. Los dueños de restaurantes árabes, que eran vecinos de los restaurantes latinos, nunca habían querido anunciar en el semanario de Hernán. Después del atentado contra las torres gemelas en 2001, Hernán los convenció a todos, salvo a uno, diciéndoles que les estaban echando a ellos la culpa y que les convenía publicar un aviso del negocio con una foto de la estatua de la Libertad. Hoy las oficinas de Al Día News están en Market Street, la calle principal de Filadelfia.

Al Día News Foundation apoya las becas Félix Varela, el cubano que fundó el primer periódico hispano en los Estados Unidos, y otras actividades educativas. El fin de semana pasado, la fundación entregó galardones en el Yale Club de Nueva York. Hernán me invitó porque fui su primer maestro en el periodismo. Al Día es ahora digital y la publicidad es apenas una fuente de ingresos, pues organiza eventos y vende contenidos comerciales. Hernán Guaracao se ha ido adaptando pese a la desaparición de muchos periódicos hispanos. Tiene periodistas que escriben a destajo desde Barcelona y también tiene latinos y americanos que trabajan con él en Filadelfia.

Ya no hay artículos en español en Al Día. Él comprendió que todos los hispanos ya conocen el inglés. Hernán nació en Galán, un pueblito de Santander al cual se llega cruzando el río Suárez, más allá de Barichara. Su papá era campesino. La única herencia que le dejó fue una cachucha, que él conserva. Elizabeth Salcedo, la esposa de Hernán, murió este año. Hernán me dijo que su propósito es crear en Filadelfia una fundación similar a la Nieman, que funciona anexa a la Universidad de Harvard, para organizar cursos y seminarios dirigidos a periodistas hispanos de los Estados Unidos y de Iberoamérica. Él quiere que se llame The Galvis Journalism Program, en honor a Silvia Galvis y Alejandro Galvis Galvis. Piensa pedirle financiación a Open Society, la fundación de George Soros, otro inmigrante que como Hernán llegó limpio a los Estados Unidos y allá hizo sus reales.