La convulsión se ha vuelto la constante en el país. Cada día comienza con una angustia mayor a la anterior y, lejos de que desde el Gobierno se den señales de calma, es el mismo presidente y sus funcionarios quienes hacen que el caos sea la emoción reinante.
La semana inició con un video en que el Estado Mayor Central (EMC) de las disidencias de las Farc anunciaba la creación de un nuevo bloque central llamado Comandante Isaías Pardo. Este nuevobloque operará en los departamentos de Huila, Tolima, Valle del Cauca y Quindío, como parte de lo que este grupo denominó un “despliegue político y militar” para contrarrestar las acciones de la fuerza pública. Un anuncio que fue interpretado por los analistas políticos como la prueba de la expansión territorial del EMC a departamentos donde no se registraba su presencia, como Quindío, y su fortalecimiento en zonas donde sigue vigente el cese al fuego.
Pero lejos de rechazar este hecho desafiante de esta organización, la respuesta de Otty Patiño, alto comisionado para la paz, fue justificar su actuar: “Es una reorganización interna de ellos, que tienen todo el derecho de hacer. Lo que entiendo es que están agrupando frentes y si eso contribuye a que tengan más responsabilidad de los frentes, que a veces cada cual hace lo que quiere, y que haya más bien una responsabilidad centralizada, pues bienvenida esa reorganización de esos bloques”.
Cuatro días después, las disidencias de las Farc, que según el alto comisionado solo se reorganizaban para tener mayor responsabilidad, arremetieron contra el Cauca y el Valle, en una escalada de ataques contra la fuerza pública. El viernes atacaron las casas fiscales cerca del Cantón Militar de la Tercera Brigada del Ejército en Cali. Aunque algunos artefactos fueron activados, otros lograron ser controlados por el Ejército antes de que explotaran, lo que evitó víctimas mortales.
Estas mismas disidencias de las Farc perpetraron un ataque contra una estación de Policía en Robles, corregimiento de Jamundí, en el Valle. En la zona hace presencia el Comando Coordinador de Occidente, que cobija al frente Jaime Martínez. Como si fuera poco, atacaron también la estación de Policía de Cajibío.
¿Cómo puede estar el Gobierno tranquilo ante esta arremetida de las disidencias?
Esta misma semana vino el anuncio del superintendente de salud, Luis Carlos Leal, de intervenir a la EPS Sánitas un día antes de que la Comisión Séptima del Senado archivó la reforma a la salud. Al día siguiente del hundimiento en el Congreso, el Gobierno ordenó intervenir a Nueva EPS.
Y otra vez, lejos de llamar a la calma por la intervención de estas EPS (lo que significa que ya 25 millones de usuarios del sistema de salud están bajo la administración del Estado), el presidente alentó la idea de que la reforma se hundió porque el Grupo Keralty, dueño de Sánitas, financió las campañas de algunos congresistas. “No puede ser que quienes se llevan los dineros de la salud financiando tres o cuatro parlamentarios les arrebaten la calidad de vida a millones de colombianos(as) y debiliten las instituciones privadas y públicas que sí prestan salud a la gente”. Para luego decir: “Invito a trabajadores(as) y pacientes de clínicas privadas y hospitales públicos a los que las EPS les han incumplido sus pagos a prepararse a la movilización por la salud; ejerzamos el poder constituyente, que la voz de la gente se escuche y decida”.
Luego de estas intervenciones, de las que, según ha dicho la Procuraduría, no existe un expediente que justifique las motivaciones para hacerlo, la EPS Compensar hizo público que solicitó su liquidación voluntaria por la compleja situación financiera que atraviesa el sistema de salud en Colombia.
La crisis del sector salud ya estaba creada, y el miedo e incertidumbre fueron la constante de estos días.
Y, nuevamente, en lugar de calmar las aguas, el presidente las movió aún más y desde su cuenta de X, donde le gusta gobernar, manifestó que esta situación solo le daba la razón sobre la imposibilidad de subsistencia de las EPS. Por eso insistió en que la única salida era transformar las EPS en gestoras de salud, tal y como lo quería en su hundida reforma. “Transformar las EPS de aseguradoras en gestoras de salud las hace dejar de tener los requisitos de las aseguradoras financieras y con otras funciones a las actuales pueden seguir existiendo en un modelo de salud mixto”, dijo el presidente.
Lo más preocupante fue lo que escribió después: “La Constitución otorga al gobierno la facultad de reordenar el sistema y es lo que estoy haciendo, asumo la total responsabilidad, mis funcionarios solo siguen mis indicaciones”.
¿Cómo va a reordenar el sistema? ¿Va a convertir a las EPS en gestoras de salud vía decreto? ¿Implementará la reforma a la salud que hundió el Congreso por la vía administrativa?
Colombia está sumida en el caos de la incertidumbre de lo que pasará. Mientras que desde las instituciones se intenta mantener el equilibrio, desde el Gobierno se insiste en la desestabilización como si este desorden fuera intencional. ¿Para qué? ¿En qué momento Colombia se sumió en este caos?
Mientras tanto, el presidente sigue con su enigmático llamado a un “modo constituyente”, invocando un poder popular que no se entiende qué es.
La radicalización se evidencia, la violencia se acrecienta, la institucionalidad se quiebra y arriba está el presidente, que parece sonreír con este caos. ¿Qué sabe él que no sabemos nosotros? ¿Qué es lo que viene?