La religión y la política son materias que han dividido al mundo desde el inicio de los días. En la época actual han generado, incluso dentro de familias muy unidas, diferencias irreconciliables que en ocasiones se proyectan durante muchos años.
La confrontación entre Israel y Palestina, aún antes de la creación del Estado de Israel, es uno de los asuntos que producen y siguen generando confrontaciones.
Se recuerda que el delegado colombiano en la Asamblea General de Naciones Unidas en 1947, Alfonso López Pumarejo, se opuso a la partición de Palestina y a la creación de dos estados, uno árabe y otro judío. Señaló López Pumarejo, que “no es de buen augurio para la ejecución del plan el que haya sido unánimemente repudiado por el mundo musulmán”. Los trece estados musulmanes miembros se opusieron.
No obstante, el 29 de noviembre de 1947, un día después de la intervención de López, por la resolución 181 de la Asamblea General, se aprobó el plan de partición, con la creación de un Estado judío, el de Israel y otro palestino, con un régimen especial para Jerusalén, por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones, entre ellas la de Colombia.
Colombia estableció relaciones diplomáticas con el Estado de Israel solo el 1° de Julio de 1957, pocos días después de la caída del régimen del general Rojas Pinilla.
Sin embargo, las relaciones entre los dos países desde entonces han sido de gran cordialidad y se han concertado numerosos acuerdos de cooperación en diferentes campos. No obstante, se han presentado en varias ocasiones serias diferencias: no todo ha sido color de rosa como ahora se presume.
Naturalmente que Israel se creció ante el mundo por su valor al enfrentar exitosamente sucesivas guerras con los estados árabes y musulmanes, así como por sus avances en ciencia y tecnología. Se ha constituido, además, en el elemento fundamental para impedir la extensión del fundamentalismo islámico, que ha amenazado incluso a varios estados musulmanes. Hoy Occidente -y en especial a los Estados Unidos- apoyan firmemente a Israel, que se ha constituido en una vanguardia para su seguridad.
Pocas veces en la época contemporánea un hecho, como el cohete que destruyó el hospital en Gaza, tendrá tan enorme influencia, no solo en la guerra actual, sino en el futuro de Israel y del grupo terrorista Hamás. La versión que logre prevalecer será definitiva.
Dentro de ese marco, un error en el que a veces incurren ciertos personajes a los que les corresponde dirigir la política exterior en algunos países es el de “personalizarla” cuando el pragmatismo y la serenidad se imponen. Peor aún es resolver impulsivamente serios asuntos por Twitter: pero parece que esa es la realidad.
Por eso, es mejor que esos personajes periódicamente hagan meditación budista y ejercicios de yoga. Además, que consuman aguas aromáticas en lugar de bebidas alcohólicas.
(*) Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la universidad del Rosario.