Así Colombia sea un país donde pululan las leyes (hay prácticamente una ley para todo, muchas inservibles), a raíz del contrato que le otorgaron al esposo de la ministra Irene Vélez surgió una controversia sobre la legalidad de haberlo hecho. Al final, la ministra dijo algo que es totalmente cierto, que no se incumplió ninguna normatividad o ley al hacerlo. Todo lo anterior abre un debate sobre si lo que no está legalmente prohibido, es moralmente permitido.
Es imposible que exista una ley para reglamentar, aprobar o prohibir cualquier actividad. Hay temas que deben ser más bien regidos por normas más generales y universalmente aceptadas como la ética, la moral o las buenas costumbres.
Existen otros conceptos que muchas veces se aplican universalmente como el conflicto de interés o la información privilegiada. A nivel bancario se habla mucho de murallas chinas, que es cero comunicación entre departamentos, como por ejemplo lo que sucede entre el departamento de investigaciones económicas y el de inversiones. Mal harían unos promover la inversión en activos que ya ha adquirido con anterioridad la entidad y que quiere vender. A esto de le llama, front running.
Cada día aparecen nuevos negocios y conceptos donde surgen más y más consideraciones sobre lo que se puede hacer y cómo actuar correctamente. Para eso la frase de que no sólo se debe actuar correctamente sino también parecer que se actúa de esa manera. Ser y parecer.
En un país donde no hay justicia y la impunidad es de más del noventa por ciento se convierte en un desafío entregar responsabilidades a los más idóneos y más correctos, más aún cuando los entes de control abren investigaciones a personas que han trabajado en el sector público que duran años y que en su mayoría terminan sin pena ni gloria. Pero también existen temas que verdaderamente dan pena: personas, que por la razón que sea, es vox populi su pasado corrupto o criminal, que lo que han amasado económicamente no es medible racionalmente frente a sus salarios o negocios, terminen siendo avaladas y nombradas por no tener investigaciones vigentes. Este es mucho el caso de candidatos a alcaldías y gobernaciones que son lo suficientemente hábiles para malandrear sin dejar huella, y que no se les ha podido probar absolutamente nada.
En las entidades financieras, muchas veces por mantener el buen nombre de la entidad, terminan retirando sin justa causa empleados que cometieron ilícitos dentro de la entidad. Estas personas siguen de entidad en entidad haciendo lo mismo. Debería haber un pacto por la verdad porque de la manera que muchas veces se actúa, se termina beneficiando al malo sobre el bueno.
No es lógico hacer una campaña de lucha contra la corrupción en un departamento y al mismo tiempo apoyar en otro departamento a alguien con un pasado oscuro, solamente por lograr poder.
Cada vez es más difícil llevar a las esferas de poder, a las personas que han mantenido una vida intachable y que podrían definitivamente hacer el cambio que se necesita, sobre todo en el sector público. La razón es clara, no son buenos compinches para los que hoy ostentan el poder. Una persona incorruptible termina siendo una piedra en el zapato para los que llevan años abusando del Estado y aprovechándose de él.
Todavía tenemos tiempo para que los partidos escojan y avalen a los mejores, a los más preparados pero también a los más honestos y llevarlos a esos cargos donde se necesitan. La corrupción sólo se vence haciendo al lado a quienes la profesan como forma de vida.