Hay lugares que nos pertenecen a todos por formar parte del patrimonio y la memoria colectiva, bien sea por su valor simbólico, su belleza o su importancia para la vida y el futuro. En ellos no deben adelantarse actividades que afecten su imagen ni sus calidades. A nadie se le ocurriría instalar una antena de microondas en el Capitolio Nacional, ni una discoteca en la Quinta de San Pedro Alejandrino, como tampoco tumbar las palmas de la Plaza de Caicedo para hacer un parqueadero, o urbanizar los Jardines Botánicos. Todos ellos poseen valores simbólicos para la identidad nacional y local, o conservan valiosas características especiales del territorio.La isla de Gorgona y el mar que la rodea, pertenecen a esta categoría desde el momento en que dejaron de ser lugar de castigo y reclusión, para convertirse en espacios para la conservación, la investigación y la recreación. Hace 35 años el Presidente Belisario Betancur la transformó en un lugar de libertad y futuro al declararla parque nacional. Hoy en día forma parte del selecto grupo de áreas protegidas de la Lista Verde de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que acoge los casos exitosos de conservación y restauración de ecosistemas a nivel mundial para usarlos como ejemplo para todos los países.Desafortunadamente, hoy las zonas insulares y marinas del Parque Nacional Natural Gorgona están amenazadas por el proyecto de construir una sub base de guardacostas para control del narcotráfico. El proyecto consta de un muelle que afecta una zona coralina frágil, una altísima torre para un radar en la cumbre del Cerro de la Trinidad, el más alto y visible de la isla y demás instalaciones para su operación.Desde hace casi un año y medio el proyecto cuenta con una licencia ambiental bastante inusual, por decir lo menos, que fue expedida sin la entrega previa a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) de los estudios de soporte necesarios. Su ejecución quedó “condicionada” al suministro posterior de los estudios e informaciones necesarias para conocer y evaluar sus impactos socioambientales y determinar si su ejecución es viable, teniendo en cuenta la fragilidad e importancia de los ecosistemas del parque. La licencia fue muy poco difundida, se conoció por casualidad y crea un grave precedente contra la seguridad de las áreas protegidas en el país.Diversos grupos interesados en la conservación y las ciencias han hecho fuertes críticas al proyecto e incluso se solicitó al Presidente de la República que se niegue la iniciación de las obras con base en el principio de precaución. A medida que la Armada Nacional ha hecho entregas parciales de materiales sobre los temas pendientes a la Unidad de Parques Nacionales, han sido evaluadas por expertos independientes que conforman el Comité Científico del Parque, concluyendo que son tan insuficientes y precarios, que no consideran especies endémicas importantes en la isla y carecen de procedimientos y métodos reconocidos y aceptados para realizar la recopilación y toma de información y los análisis necesarios, lo cual no permite tomar una decisión clara sobre los impactos del proyecto y más bien señalan hacía la inconveniencia de construirlo.Como un sorprendente ejemplo de lo anterior, vale la pena decir que ni siquiera mencionan los efectos sobre sus visitantes habituales más emblemáticos e importantes; las ballenas Yubarta que como es bien sabido, llegan al parque en su largo viaje desde los mares del Polo Sur, para encontrar en sus cálidas aguas un lugar de descanso, de acoplamiento y crianza.Será que en los 1.300 km de nuestra extensa y olvidada costa Pacífica, en la cual ya existen las bases de Málaga, Buenaventura y Tumaco, ¿no habrá otras posibilidades de localizar la sub base de guardacostas y respetar un lugar tan emblemático y único como el PNN Gorgona? *Ingeniero civil, miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Director del Instituto para el Desarrollo Sostenible Quinaxi y ex viceministro de Medio Ambiente.