Desde que el periodista Glen Greenwald publicó en The Guardian las filtraciones hechas por Snowden y se supo que la presidente alemana, Angela Merkel, había sido objeto de un cuidadoso espionaje por parte de la Agencia Nacional de Seguridad al punto de que le habrían interceptado  su teléfono celular, entendí por qué las películas de James Bond son hoy una reliquia cinematográfica: las agencias de los gobiernos poderosos ya no espían a sus enemigos, de los que ya casi todo saben (como sucede siempre en las predecibles películas de James Bond), sino a sus aliados.  Ya la NSA no intercepta los teléfonos de los enemigos de antaño, sino los de sus aliados. Y no solo el celular de Angela Merkel. Ya se habla en varios medios norteamericanos de que por lo menos 35 jefes de Estado habrían recibido el mismo trato por un lapso de diez años. Según el Wall Street Journal, estas interceptaciones habrían sido suspendidas solo cuando el presidente Obama supo el año pasado que eso estaba sucediendo.  En América Latina el primero en saltar fue el gobierno de Brasil, país que, según las revelaciones, también fue objeto de un cuidadoso espionaje, motivo por el cual su indignada presidenta se ha hecho sentir ante el gobierno de Obama. Y si eso le sucedió a Brasil, es muy probable que el gobierno colombiano, el aliado estratégico más importante en la región, haya recibido la misma medicina.    Lo cierto es que por estos días pocos son los presidentes que hablan tranquilamente por su teléfono celular y aunque Snowden no lo ha dicho, la probabilidad de que al expresidente Uribe y al propio Santos se les haya interceptado su celular es bastante alta. Y si eso hubiera sucedido, sería la NSA lo que sabría la verdad de todo lo que sucedió en el gobierno Uribe, que a su vez, bueno es recordar, estaba utilizando el DAS para espiar a los enemigos políticos, a los periodistas que lo criticaban y a los magistrados que investigaron el escándalo de la parapolítca que tanto afectó a  las huestes uribistas. Sería toda una paradoja digna de Orwell si se llegase a descubrir en un futuro cercano que el gobierno en el que el DAS espió y hostigó a magistrados, políticos de la oposición y periodistas terminó siendo espiado por el gran hermano. Hasta nos tocaría darle la razón al expresidente Uribe cuando le preguntaron siendo presidente si sabía o no de las chuzadas del DAS y él respondió que eso era falso y que la grabación que habían sacado los medios como prueba demostraba que a quien estaban grabando era a él.