El lema de la campaña de Nueva Democracia, ‘Estamos a tiempo’, resuena como un llamado de advertencia, un grito de urgencia, sobre lo que está pasando en Colombia. Todavía estamos a tiempo de impedir la consolidación de un proyecto autoritario, de defender la democracia, de sostener las instituciones y hacer respetar la independencia de poderes. No podemos perder esa posibilidad.

Lo cierto es que esta es la segunda edición de la campaña ‘Colombia es libertad’. Para antes de las elecciones de 2022, Nueva Democracia ya veía un riesgo en lo que podría convertirse el proyecto del supuesto cambio. Tenían razón: desde el 7 de agosto de 2022 hemos sido testigos de una narrativa que atenta contra la independencia de poderes y el sistema de contrapesos; una narrativa que ataca a la prensa libre hasta el punto de decirles a sus periodistas “muñecas de la mafia”. Una narrativa que, si no se contrarresta, podría terminar desmantelando las estructuras democráticas del país. Por tal razón, la campaña es oportuna.

Ahora bien, los jóvenes tenemos un papel fundamental en la manera en que podemos defender al país. No somos, como les ha dicho el presidente a sus críticos, ni esclavistas modernos, ni oligarcas, ni la clase media arribista; “somos hombres y mujeres dispuestos a ir más allá de la indignación”, como bien lo dice el video promocional de ‘Colombia es libertad’. Se trata de cambiar el curso de la historia, de ir hacia adelante.

No vaya a ser que, por inacción o indiferencia, perdamos la posibilidad de defender lo que es nuestro. Hoy la democracia tambalea en un delicado equilibrio que puede desmoronarse si no se protege. No hay que ir muy lejos de Colombia para visualizar lo que es una sociedad doblegada por un proyecto antidemocrático. El miedo a convertirse en algo parecido no es una herramienta de control ni tampoco es infundado. Hay motivos de sobra para preocuparse y no podemos esperar.

El llamado que nos hace este momento es claro: debemos ser vigilantes, activos, comprometidos, contundentes. No podemos conformarnos; no basta con decir que “todo estará bien”. Debemos recordar que las democracias caen cuando sus ciudadanos dejan de luchar por ellas.

En Colombia, aún “estamos a tiempo”, pero no sabemos por cuánto más.