Transitar por Bogotá se ha convertido en una odisea monumental. Los trancones, la poca cultura ciudadana y el pésimo estado de la malla vial hacen que sacar el carro, la moto, la bicicleta o montarse en un Transmilenio se haya convertido en una actividad casi extrema.
Lo anterior se suma a la guerra populista contra el carro particular que desde el Palacio de Liévano ha emprendido la alcaldesa Claudia López con el único objetivo de justificar la inoperancia de la administración Distrital en material de movilidad.
No han sido pocas las veces en que el gobierno Verde ha recurrido al populismo para zafarse de su responsabilidad en este asunto. El mejor ejemplo fue cuando la alcaldesa le escribió al empresario Mario Hernández que “los rines de su lujoso carro podían esperar” como respuesta a un justo reclamo por el mal estado de las vías en la ciudad. O cuando la misma López afirmó que era “más importante tapar los huecos de los estómagos que los de las calles”, como si lo primero excluyera lo segundo.
Hace unos días iba caminando de regreso a mi trabajo después de almorzar. Me encontré a mí mismo esquivando un hueco al pasar una calle. Había un cráter inmenso en medio de la cebra. Le tomé una foto y la subí a mis redes sociales con la indignación natural de cualquier ciudadano. Lo curioso fue que el mismo Instituto de Desarrollo Urbano – IDU me respondió y a los pocos días taparon el hueco. Me pregunté si entonces, un ciudadano como yo y algunos otros que quisieran unirse debían dedicarse a subir fotos de los huecos de Bogotá para que la entidad encargada de esto hiciera realmente su trabajo. Así que investigué un poco más y esto fue lo que encontré.
Según los datos del IDU, con corte julio de 2022, de los 13.136 kilómetros de malla vial urbana solo el 40% se encuentran en buen estado (5.229 km) y el restante se distribuye en satisfactorio (21%), justo (13%), pobre (9%), muy pobre (6%), grave (4%) y fallado (6%). Lo más grave de estas cifras es que las vías con peor estado se encuentran en una gran proporción en las localidades de Usme y Ciudad Bolívar donde el estrato 1 y 2 es el mayoritario.
Si nos concentramos en la malla vial local -la más inmediata a los negocios y casas de los ciudadanos- tenemos que de los 6.157 kilómetros existentes tan solo 1.172 se encuentran en buen estado; es decir el 36%.
Aquí el caso de la localidad de Usme es realmente preocupante porque de cada 10 kilómetros de malla vial local existentes, 5 se encuentran en total destrucción. Al revisar el estado de la malla vial arterial -vías principales de Bogotá- encontramos que de los 2.659 kilómetros existentes únicamente 977 kilómetros están en buen estado.
El problema de la malla vial en Bogotá no es un invento o estrategia para desacreditar el gobierno de la ciudad. Lo vemos todos los días y los datos de la entidad lo confirman.
Lastimosamente, cada vez que alguien le ha hecho un llamado a la alcaldesa para mejorar esta situación, sus respuestas siempre han sido arrogantes, mientras desvía la atención hacía otros temas para que su pobre gestión no quede en evidencia.
Hoy podemos decir que la política de movilidad en Bogotá ha fracasado. Salvo la primera línea del Metro -que también se encuentra en vilo- los avances en materia de movilidad han sido nulos. La principal estrategia de esta alcaldía ha sido hacer sumas y restas para cambiar una y otra vez las reglas del Pico y Placa.
A Claudia López le restan tan solo meses de gobierno y aún no se entera que su balance en esta materia es negativo.
Esta administración ha tenido tres secretarios de movilidad. La última secretaria, Deyanira Ávila, ha repetido también que la “prioridad es la gente y que los huecos pueden esperar”. El mismo discurso populista de su jefa. ¿Quién dijo que hay que escoger entre la gente y los huecos? ¿Quién dice que parte de la calidad de vida que merecen los ciudadanos no incluye tener vías dignas? ¿Por qué buscan convencernos de que estamos frente a una disyuntiva? Entre 2019 y 2023 el presupuesto para el sector movilidad se ha incrementado en más de 3 billones de pesos y nunca dicho rubro fue destinado a la alimentación o apoyos sociales.
Estamos cansados de los huecos en Bogotá. Esta no es la ciudad en la que queremos vivir. No hay un medio de transporte viable. Poder movernos es parte de vivir dignamente.
Solo hay excusas, insultos cuando reclamamos y nos creen tontos cada vez que hacen una rueda de prensa. A diario padecemos el abandono de la capital y lo único que esperamos son soluciones reales, no charlatanería.