Ha sido incansable la lucha de los colombianos, y especialmente de los santandereanos, por defender el páramo de Santurbán. Es en este ecosistema donde nace el agua que nutre los ríos que riegan a gran parte de Santander y Norte de Santander. Pero en contraste, debajo de sus montañas, siempre nubladas y verdes, está la segunda reserva de oro más grande del país (después de Buriticá). Cerca de 10 millones de onzas de oro, equivalentes a 77 toneladas, duermen bajo las lagunas, las montañas y el frío del páramo, al igual que 74 millones de onzas de plata y otro tanto de cobre. Es una montaña rellena de oro, literalmente, pero en un ecosistema tremendamente frágil. Un caso único en el mundo.
Cuando se anunció hace más de una década la intención de explotar el oro en Soto Norte, se inició una disputa entre quienes piden dejar el metal quieto para preservar el ecosistema y quienes piden que las grandes multinacionales exploten los recursos que subyacen en el suelo. Por allí han desfilado EcoOro, Aux y ahora Minesa, todas con intenciones de hacer proyectos a gran escala, sin que hasta ahora ninguna haya podido sacar adelante un proyecto de explotación minera en la zona. En lo único que hay consenso es que no es posible desarrollar minería dentro del ecosistema de páramo (el proyecto de Minesa está en el límite con el páramo). Pero todos creen que allá arriba, en Santurbán, todo está preservado y el oro duerme tranquilo bajo una montaña virgen. ¡Nada más alejado de la realidad!
Desde que se suspendió el proyecto exploratorio de Minesa, la minería ilegal se adueñó del páramo. Decenas de galafardos, como se conoce a los mineros ilegales, ingresan durante la noche a los antiguos terrenos de la minera EcoOro (ubicados en zona de páramo) y a los de Minesa (en la zona de bosque seco) para extraer el metal.
Aquí hay que diferenciar la minería ilegal y la artesanal. La minería artesanal es la que se ejerce en un terreno cuyos dueños tienen un título minero, el oro se extrae con métodos tradicionales y los mineros tienen que cumplir obligaciones derivadas de su título minero. De esta minería han vivido durante décadas los pobladores de Soto Norte en Santander.
Pero otra es la minería ilegal, que es la que se ejerce en terrenos donde es prohibido realizar minería, como el páramo o las riberas de los ríos, y en la que terceros acceden de forma irregular a los terrenos donde se encuentra el oro. Para sacar este oro utilizan de forma indiscriminada el mercurio y la dinamita. Esta minería ilegal es la que está envenenando el páramo de Santurbán y por la cual el agua que llega a Bucaramanga presenta hasta 200 veces más nivel de mercurio que el permitido. Viajar a la zona es ver, por ejemplo, la quebrada La Baja teñida de verde por el uso de cianuro y mercurio.
Esta fiebre del oro ha atraído a cientos de personas, que acceden a las minas principalmente en las noches y sacan el oro. Luego lo venden por millones de pesos.
Según lo ha documentado en varios informes el periodista del diario Vanguardia Juan Carlos Gutiérrez, a Santurbán están llegando en masa personas de Norte de Santander, Antioquia y Venezuela, que acceden a la montaña por una red de socavones. Se afirma que quienes controlan hoy estos turnos y accesos son bandas criminales.
Y tras la fiebre por el oro han venido los problemas sociales. Como consecuencia de esta economía ilegal, los jóvenes no quieren trabajar en nada distinto, pues ningún salario compensa lo que reciben por el oro. Hay prostitución, alcoholismo y consumo de drogas, problemas que eran ajenos a la región. Las calles se están llenando de vehículos de alta gama, en municipios donde ni siquiera hay vías.
Esta realidad había sido negada incluso por la alcaldesa del municipio de California, Genny Gamboa, quien en un comunicado, ante la cancelación de la visita del presidente Gustavo Petro esta semana a la región, manifestó: “Consideramos que las noticias que se dan sobre el orden público en nuestro territorio son infundadas, ya que en California, lo pueden constatar las autoridades policiales, no existen actores violentos que hagan presencia y alteren el orden público. Rechazo de manera categórica toda la información tendenciosa que pretende hacernos ver como un nicho de delincuentes”. Acto seguido pidió que se negara la licencia ambiental a Minesa y que se legalice la pequeña minería “con título minero y sin título minero”, dice el comunicado. Esta funcionaria está siendo investigada por su inacción ante la minería ilegal.
Pero el mismo presidente Gustavo Petro lo ratificó esta semana en Cúcuta. “La lucha que dieron los nortesantandereanos y santandereanos por proteger ese símbolo del agua hoy está fracasando debido a que se desató una fiebre del oro en la misma sociedad. Ahora somos nosotros mismos, los santandereanos, que por el precio elevado del oro, entonces, en masa van a cavar túneles y a echar mercurio. ¿Cuánto mercurio hay hoy en las aguas que llegan al acueducto de Bucaramanga? ¡Más que nunca!”, dijo el presidente Petro.
La situación es muy grave. Es hora de pasar del discurso al hecho. El páramo de Santurbán requiere protección inmediata. Es urgente que se delimite la zona de páramo y que se establezca que no puede haber minería dentro del páramo. Ni formal, ni informal, ni artesanal, ni a pequeña ni a gran escala.
Los bumangueses nos estamos envenenando con agua con mercurio, las bandas ilegales se están alimentando de la falta de autoridad, la región afronta problemáticas hasta ahora desconocidas y el proyecto minero a gran escala sigue en suspenso. Todo esto, por la falta de decisiones.
Presidente Petro, la minería ilegal envenena a Santurbán. Tome acciones urgentes antes de que sea demasiado tarde.