Revista SEMANA y su directora, Vicky Dávila, volvieron a poner en evidencia las prácticas de propaganda nazi del Gobierno de la “potencia mundial de la vida” para destruir uno de los pilares fundamentales de la democracia: la libertad de prensa.
Gustavo Bolívar, director de Prosperidad Social, en el video revelado en exclusiva por SEMANA, dijo: “(...) Ya todas estas campañas que se han hecho en contra de Caracol, RCN, SEMANA, pues, han dado resultado, y es que la gente deje de consumir esos productos, que son los que día y noche, pues, están voliándole al presidente (...)”. Estas afirmaciones no son más que la confirmación de la perversa estrategia a la que ha recurrido el Gobierno del “cambio” para atacar, menospreciar, reducir y cuestionar la legitimidad de las denuncias que, en particular, han realizado los medios que con tanta enjundia critican Petro y sus áulicos.
Con todo este colofón de fondo, es inevitable recordar las lecciones de la Alemania nazi, que, en plena Segunda Guerra Mundial, creó un enorme y coordinado aparato de propaganda dirigido a crear narrativas falsas y tendenciosas que legitimaran y justificaran la masacre de más de 6 millones de judíos inocentes. Adolf Hitler, secundado por la mente criminal de Joseph Goebbels, creó una estrategia para difundir un discurso de odio y una narrativa perversa que le costó al mundo barbarie, dolor y muerte.
La estrategia sugerida por Bolívar no es nueva. Durante la nefasta campaña del “cambio”, revista SEMANA reveló los ‘petrovideos’, que hicieron famoso, entre otros, al ideólogo y publicista del régimen, hoy premiado con la embajada en Chile, el señor Sebastián Guanumen, quien se empachaba de orgullo “progre” diciendo que la estrategia de redes implicaba “correr la línea ética” para acabar con los opositores y desprestigiar a los contrincantes.
Todo indica que la estrategia de destrucción moral está en marcha y se paga con los mismos impuestos de los colombianos. Es un sicariato moral dirigido, organizado y coordinado, basado en narrativas mentirosas, falsas denuncias y temerarias acciones judiciales que buscan atemorizar, intimidar y deslegitimar el sano ejercicio de la oposición democrática y la libertad de información, de opinión y de prensa.
El infame aparato destructor bodeguero Goebbels-petrista se ha ensañado, particularmente, contra esta casa editorial y contra las periodistas y columnistas que, con valentía, respeto por la democracia y por quienes nos leen y nos escuchan, nos batimos a diario para contrarrestar las mentiras que difunde la Casa de Nariño en su desesperado intento de tapar escándalos y bajarles el tono a las denuncias que demuestran la tragedia de gobierno que vive el país.
En medio de todo esto, resulta relevante recordar la publicación del señor Bolívar el pasado 11 de agosto de este año, cuando dijo que “busco influencers para desmentir las calumnias de la oposición”. Pues ya todo quedó claro. Resulta que varios de los influencers del “cambio” tienen contratos con entidades del Gobierno. Tal es el caso de @MeDicenWally, @DonIzquierdo, que están en la nómina de RTVC, @SmileLalis, @CelsoTeteC y otros más. ¿Gatilleros y sicarios morales pagos con recursos de los colombianos y que no tienen miedo de mentir y cruzar líneas éticas?
¿Cuánto le cuesta al país la estrategia bodeguera confesada por Bolívar? ¿No es un tanto descarado que el señor Bolívar se defienda afirmando que lo dicho forma parte de una conversación privada y que no le debe explicaciones al país por estas declaraciones que pueden implicar faltas disciplinarias e incluso delitos? ¿La delirante y hasta ridícula declaración del influencer que dijo que el video estaba “alterado” por los “monosílabos” del señor Bolívar es su única defensa?
Los hechos parecen hablar por sí solos. El Gobierno se dedica a crear falsas narrativas y cortinas de humo para deslegitimar denuncias y tapar escándalos. Colombia ya no les cree. En un intento desesperado por comprar conciencias, el “cambio” ajusta la realidad a través de una enferma manipulación en redes sociales, con la penosa participación de estos influenciadores, cuyo único aporte es una sarta de mentiras, imprecisiones y convenientes silencios.
Esta estrategia de descalificación y desprestigio la lidera el mismo Petro desde la Casa de Nariño. Su intervención en la que se refirió a miles de mujeres periodistas como “periodistas del poder, muñecas de la mafia” forma parte de esa narrativa misógina, vulgar y ramplona con la que el presidente pretende eclipsar la tragedia de su carácter y la inoperancia de su Gobierno.
Con denuncias temerarias en contra de Vicky Dávila, apoyadas y aceleradas por la fiscal estatua, y en mi caso personal con acusaciones sin fundamento, lideradas desde RTVC y por la revista Raya, y difundidas por una turba bodeguera, en muchos casos pagada por el mismo Gobierno, SEMANA es víctima de un irresponsable y mentiroso ataque que compromete la dignidad, la honra y el buen nombre de las muchas personas que vemos en Petro y su equipo, una amenaza para la estabilidad de la democracia, de la economía y del bienestar general de todos los colombianos.
Señor Bolívar, no tenemos miedo de usted ni de su turba enardecida. Eso sí, aprovecho para preguntarle respecto de los resultados de la dependencia que usted dirige. En sus nuevas funciones de inaugurar plazas de mercado y vías terciarias, ¿sí está cumpliéndole a los vulnerables? ¿O esto forma parte de su propia “estrategia” para “pavimentar” su inviable candidatura para 2026? ¿Ya se reunió con Francia para cuadrar tanta duplicación de funciones, tanta burocracia y tanto gasto excesivo? ¿O sigue ocupado moviendo la línea ética para sostener esta “potencia mundial de la infamia”?