Joseph Paul Goebbels fue el temido ministro de propaganda del Reich. Su característica principal fue el populismo de sus discursos cargados de miedos y odio hacia lo extranjero. Hacía creer a todos que solo una persona podía salvarlos del desastre y la humillación: el salvador propuesto no era otro que Adolf Hitler. El papel que tuvo el ministerio de Goebbels fue centralizar el control de la vida cultural e intelectual de Alemania, utilizando la radio para ello.

Con similar precisión, el gobierno ha venido construyendo una narrativa comunicativa peligrosa que enfrenta a lo que el presidente denomina la “extrema derecha” con el resto del componente social. El hábil propagandista identifica a su objetivo y afirma que la “mentira y la sinrazón pasional” son los elementos que caracterizan a sus enemigos. Tal como lo haría un fanático, Petro enfila sus esfuerzos y odios hacia ese enemigo tangible que represente su némesis en su incomprensible mundo de fantasías y delirios, donde él adquiere la forma de una especie de ‘salvador’.

Lo anterior es tan grave como el hecho de que, a quienes gradúa como enemigos: los denomina nazis de extrema derecha y, en otros casos: “muñecas de la mafia”. Término para las mujeres que ejercen la loable y necesaria labor de comunicar y que con valentía han evidenciado los errores y horrores de este fallido proyecto de cambio, a través de los distintos medios de comunicación.

Es de recordar que la estrategia que llevo al presidente al poder estuvo organizada a partir de asertivos ‘golpes’ y ataques en redes sociales con activistas y bodegueros —hoy eminentes funcionarios públicos y contratistas estales—, no obstante, esa misma estrategia parece estar pasándole factura.

Al gobierno de la ‘inclusión’ no le gusta ser cuestionado, investigado y expuesto. Los errores, torpezas y actos de corruptela que han sido evidenciados por parte de la opinión pública, la prensa y las redes sociales generan un efecto represivo a cargo del primer mandatario. Contrario a la proclama de vendetta, el gobierno debería adquirir un serio compromiso en erradicar la corrupción desde el nivel más alto de su administración, propender por manejos idóneos y técnicos desde las instancias de dirección y gerencia pública y mostrar un ejemplarizante respeto al Estado de derecho y a las instituciones democráticas. Contrario a ello, el presidente opta por emprender una estrategia de odio, segregación, violencia de género e intolerancia contra la prensa y la oposición política.

Nuestra sociedad no se puede seguir alimentando de la propaganda separatista y segregadora. Debemos comprender —para tristeza de todos— que tenemos un pésimo gerente a cargo de nuestro Estado. Insatisfecho con el desastre forjado a pulso de ineptitud, construye su realidad a partir de su ministro de propaganda, Hollman Morris, quien ha convertido RTVC no solo en la forma de cumplir los compromisos políticos con influencer´s, sino también en la forma de crear ‘interesantes contenidos’. Por ejemplo, hemos sido testigos de entrevistas donde el deshonroso Alfredo Saade “informó” que al presidente lo quieren asesinar. Asimismo, el director de RTVC utiliza ahora la persecución y hostigamiento judicial en contra de la Senadora de la República, María Fernanda Cabal, por una supuesta “difamación de la actividad de la entidad pública”.

A esto se le suma la irrespetuosa mención que hace algunos días el presidente de la República hizo a las mujeres que con valentía han denunciado desde la prensa los abusos de este gobierno, llamándolas “muñecas de la mafia” realizando deliberadamente un comparativo de las valerosas periodistas de nuestro país, con las mujeres que sirven al narcotráfico. Inclusive, a través de una acción de tutela promovida por el abogado constitucionalista, German Calderón España, se busca que el mandatario respete y garantice los derechos de las periodistas de este país y sean libres de estigmatización. Sin embargo, con un increíble cinismo, en la contestación de la acción constitucional y luego de demeritar la iniciativa del jurista, justifica sus improperios —entre otros argumentos— indicando que “existen periodistas, que independientemente de su género, han sido cooptados por el narcotráfico”.

Más recientemente, el presidente ordenó a través de la SIC, visitas a Caracol TV, RCN Televisión y Canal 1 para “recaudar información relacionada con el mercado de pauta publicitaria en televisión abierta”, al tiempo enlista su ejército de influencer´s y conduce su estrategia propagandista a costa de los recursos públicos. Basta ver las millonarias inversiones en la imagen gubernamental. Walter Alfonso Rodríguez le pagó $ 45.600.000 para que desarrollara contenido sobre temas jurídicos en RTVC; Ricardo Andrés Malagón tuvo un pago por $ 144.902.500 para que hiciera labores de asesoría en comunicaciones internas y externas en Colombia Compra Eficiente; Nicolás Javier Garzón recibió un pago de $ 188.901.871 por asesoría en comunicaciones internas y externas en Colombia Compra Eficiente; Jader David Rozo Rojas (@DonIzquierdo) recibió la suma de $35.550.000 por actividades de periodismo digital en RTVC; Laura Daniela Beltrán Palomares (@Smilelalis) le pagaron $ 19.838.709 de pesos en Colombia Compra Eficiente, adicional a ello, trabaja como asesora de la SIC; María Niny Echeverry recibió $ 24.333.333 de pesos por tareas periodísticas en RTVC, así como también recibió del DPS la suma de $ 83.400.000 por asesoría en derecho a la Dirección de Inclusión Productiva; A Celso Galeano, el Ministerio de Ambiente le pagó $1 20.266.667 de pesos por estrategia digital.

Presidente, Colombia lo eligió para que gobierne, para que titularice la responsabilidad en el cumplimiento de los fines del Estado, no para que nos diga como pensar, actuar o —peor aún— a quien odiar. La prensa no es su enemiga, la oposición política no es su enemiga. Escarbe en su interior, se sorprendería de como un ejercicio de introspección y sana autocrítica, le permitiría acercarse a culminar los últimos meses de su gobierno con algo de decoro.