La polémica por la supuesta “supresión” de los Comandos Conjuntos y de las Fuerzas de Tarea como la Omega, Hércules y Vulcano generó una tormenta mediática llena de falsas profecías con las que pretendían predecir el debilitamiento de la institución castrense y una estrategia política para amortiguar la capacidad de las Fuerzas Militares. Si bien es cierto que se utilizó el término “supresión” dentro de la resolución que anunciaba dicha reorganización, los falsos profetas debieron leer bien antes de irse en contra de una institución que no ha parado de cumplir con su deber constitucional en medio de un panorama cada vez más turbulento.
A diferencia de todas las narrativas amarillistas, que salieron incluso de algunos retirados de la institución, la supresión de estos cuerpos tiene que ver con un trámite administrativo y no uno eliminatorio. “Estos dos cambios no implican la desaparición de unidades o la reducción del pie de fuerza; por el contrario, buscan alinear la estructura organizacional a una nueva visión del direccionamiento de las operaciones”, recalcó el almirante Francisco Cubides, quien salió en defensa de la decisión de la Cúpula Militar.
El apoyo a la decisión de las Fuerzas Militares no se trata de ser pro o antigobierno. Se trata de mantenerse unidos y confiar en quienes juraron defender esta patria tan malherida. Manipular el discurso sobre esta coyuntura para ganar puntos políticos es irresponsable. ¿Cómo va a debilitarse la Fuerza Pública con la creación adicional de seis Fuerzas de Despliegue Rápido (Fudra), quedando con 12 en total, y el anuncio de un incremento de planta que contará con 16.000 soldados profesionales entre 2024 y 2025? Absurdo sería afirmar su debilitamiento.
Con esta decisión se le devuelve al Ejército su capacidad identitaria que está plasmada en la Constitución Política. Cabe recordar que el nivel de planeación del Comando General de las Fuerzas Militares es estratégico, mientras que el del Ejército Nacional es operacional. Con esto pasamos de una orientación tibia, por parte de su excomandante, a un Ejército que retoma el mando directo de las unidades y que ya está dando resultados.
En ese orden de ideas, siempre se ha dicho que las Fuerzas de Tarea han sido la “punta de lanza” de las operaciones. Estas, después de un análisis del Estado Mayor, tenían que volver bajo el comando del Ejército para cumplir con su misión constitucional.
Por tal razón, las narrativas alarmistas se quedan atrás con mucho que desear sobre quienes las difundieron. Lo irresponsable no es mostrar preocupaciones legítimas, sino señalar con cizaña sin tener en cuenta los daños colaterales ni claridad sobre el contexto. Los falsos profetas generan desinformación y dividen con tal de sacar réditos políticos; alejan a la población de la verdad.
Ojalá los respetados profetas que a conveniencia generan falsas alarmas también puedan resaltar los resultados operacionales que ya se están dando con este reenfoque estratégico, como la recuperación de cuatro menos de edad reclutados forzosamente en el Cauca y el abatimiento de diez integrantes del Frente Móvil Jaime Rodríguez bajo el mando de Mordisco el pasado 12 de noviembre.
Confiemos en nuestras Fuerzas Militares… No podrían dejar solo al país.