El presidente Petro en junio 29 de 2023 se preguntaba en X para contestarse a él mismo: “¿Qué es el pensamiento fascista?: el que pregona la eliminación de la diferencia, el que provoca la eliminación de la diferencia humana.”
El fascismo, un movimiento de extrema derecha que tuvo sus albores en Italia y cuyo principal protagonista fue Benito Mussolini, surgió en los años 20 como un movimiento rupturista que buscaba la alineación de los individuos a los objetivos marcados por el Estado: un Estado altamente intervencionista, director de la vida social y económica de su país. Bajo el modelo del fascismo se erige en un estado corporativo, planificador de la economía y limitador de los derechos civiles, políticos y sociales.
Razón tiene Petro en su trino de 2023. Sin embargo, a pesar de sus críticas, es la filosofía de su gobierno tal vez inspirada en sus antepasados en el país cisalpino— la que tiene como fundamento la doctrina del fascismo. Petro, de manera repetida y sin tapujos, ha demostrado su desprecio por la iniciativa individual de los colombianos, mediante la imposición de un Estado altamente intervencionista, que quiere que sea el director de la vida económica del país. Analicemos sus movimientos.
Su reforma propuesta a la salud tiene como objetivo que el Estado controle los aportes de los particulares al sistema de salud, en la cual los políticos son los determinadores de la prestación de los servicios. En su cabeza, para Petro lo importante es lo mismo que interpretaba Mussolini, controlar y guiar la sociedad de acuerdo con sus designios y los de la clase política, limitando las opciones, y por lo tanto, el libre albedrío de los colombianos.
Su reforma pensional también tiene los mismos elementos mencionados anteriormente, que el Estado controle los dineros que los colombianos ahorran para su pensión, dejando por fuera de la ecuación su iniciativa propia, la iniciativa privada. Los fondos de los colombianos, si no se declara inconstitucional la reforma pensional que claramente lo es, ya no serán administrados por la entidad que escojamos, sino que obligatoriamente irán a ser manejados por una entidad como Colpensiones, que ha demostrado con creces su vulnerabilidad al manejo político.
La propuesta de Petro de definir, desde el Estado, a qué sectores de la economía prestan los bancos sus fondos, por medio de las inversiones forzosas, fue más de lo mismo: el Estado intervencionista, que quiere ser el director de la vida económica del país. Para Petro, el mercado es un enemigo del Estado, porque su lente es el de quien vive de mantenerse en el poder, y no el de quién busca el bienestar social y económico de sus compatriotas.
En la esquina contraria al fascismo, la derecha de hoy se caracteriza por darle juego a sus ciudadanos en el devenir económico del país. La derecha no cree en el Estado intervencionista por el que boga el gobierno del presidente, sino en un modelo en que el mercado y las empresas que en este participan, debidamente regulados, es el principal actor.
La derecha de hoy no nacionalizaría la salud por la puerta de atrás, con como resultado una disminución de 30 % en los servicios de salud prestados en el país en tan solo un año, ni intentaría monopolizar los fondos de las pensiones para que el ineficiente Estado los maneje. Es todo lo contrario a lo que el gobierno Petro comparte con la ideología fascista, aquella necesidad de acceder al poder para subyugar al resto de la sociedad.