El 5 de abril de 1941 se firmó entre Colombia y Venezuela el tratado “López de Mesa-Gil Borges”, mediante el cual se definió la frontera entre los dos países, “dando por terminadas todas las diferencias sobre materia de límites”. Desde cuando el tratado fue aprobado por el Congreso en agosto del mismo año, los incidentes fronterizos no han cesado, y generan tensiones constantes y situaciones inaceptables como la que se presentó en agosto del 2015, cuando  por orden de Nicolás Maduro fueron expulsados de Venezuela más de 5.000 colombianos. (Ver la nota)Pese a la gravedad de estos hechos, el gobierno colombiano nunca presentó una reclamación ante la propia Venezuela, ni ante instancia internacional alguna, para que los afectados fueran resarcidos en sus derechos. Tanta debilidad en nuestra política de fronteras explica la facilidad y el descaro con que esta semana Nicolás Maduro decidió violar nuestra soberanía territorial, al ordenar a un contingente de 130 soldados venezolanos instalar un campamento e izar su bandera en nuestro suelo araucano.Lo que en términos muy acertados Alberto Casas Santamaría llamó en la W Radio “una invasión”, realmente lo fue. No podemos quedarnos con la interpretación simplista de que se trató solamente de una estrategia para distraer la atención de los venezolanos frente a la crisis interna que vive el vecino país. Basta ver el poco cubrimiento que los medios de ese país le dieron a la noticia, la cual ni siquiera mereció una declaración oficial de Maduro.Cuando se hace un análisis más detenido de la estrategia militar que viene desarrollando el gobierno venezolano, se debe recordar que desde el 2015, cuando Maduro empezó a cerrar la frontera con Colombia, se crearon las “Zonas Operativas de  Defensa Integral” (ZODI), mediante las cuales un militar, y ya no un gobernador civil, tiene el verdadero poder de decisión y el control absoluto sobre una determinada región y su población.Fue precisamente el comandante de la ZODI del estado de Apure, el cual limita con nuestro departamento de Arauca, el general de división Jhony Sandia Santiago, quien ejecutó la orden de Maduro de “invadir” nuestro territorio. En declaraciones al portal venezolano El Pitazo, el general Sandia Santiago afirmó sin titubear que el territorio de su país se extiende cinco kilómetros más allá de lo que el tratado limítrofe establece: “Por costumbre se dice que el límite en ese sector es el río Arauca, pero no es así, el límite real llega a cinco kilómetros más allá y está definido con el hito 41, según las coordenadas de posicionamiento. Lo que pasa es que la gente cruza el río y de una vez piensa que está en Colombia y no es así, después del río cinco kilómetros más allá, sigue siendo espacio venezolano y por ende, los militares siguen estando en nuestro territorio”. https://elpitazo.com/los-llanos/comandante-en-apure-afirma-que-militares-realizan-practicas-en-territorio-venezolano/  En este contexto, es claro que no se trata de una equivocación o malentendido,  como quiso “maquillarlo” en su comunicado la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, al justificar la “invasión” con el argumento de que "el cauce fluvial se modifica constantemente producto de la crecida del río".  De principio a fin, Maduro tuvo el control sobre cada uno de los pormenores de esta operación militar, prueba de ello son la autoridad y el pleno conocimiento de causa con los que actuó el comandante de la ZODI de Apure, para quien la frontera actual simplemente no existe. Por lo anterior no podemos ser tan ingenuos de pensar que estos eventos no se repetirán en el futuro cercano.Es sorprendente e inaceptable que para el momento de la elaboración de este artículo, la Cancillería colombiana no haya formalizado una protesta oficial frente al más grave de los incidentes fronterizos que recuerde nuestra historia reciente.Para evitar que nuestra soberanía siga siendo violada al capricho del gobierno chavista, nuestros organismos de inteligencia (militares y civiles), quienes no podrán volver a cometer el imperdonable error de no prever la instalación de todo un campamento de soldados extranjeros en sus narices, deberán trabajar de la mano con la Cancillería en el diseño y la implementación de una verdadera y efectiva política de seguridad para nuestras fronteras. No podemos depender de llamadas telefónicas del presidente para apagar los incendios generados por vecinos agresivos, sino de una política seria, estable y evaluable que garantice la integridad territorial.  *Ex viceministro de Justicia. Decano Escuela de Política y Relaciones Internacionales, Universidad Sergio Arboleda. @ceballosarevalo