Muchas sospechas empieza a despertar el desarrollo de los procesos contra Raúl Grajales Lemos, a quien el gobierno de Estados Unidos señala como líder del cartel del Norte del Valle. Dos años y medio después de su captura -bajo sindicación de lavado de activos-, el señor Grajales goza del beneficio de detención domiciliaria, inusual en esta clase de delitos y cuya concesión ha llamado la atención de la fiscal del caso. Desde su casa, ve cómo pasa el tiempo sin que sea solicitado en extradición. Allí se siente lo suficientemente fuerte para escribirle a un ministro -como lo hizo, hace unos días- con el propósito de recordarle favores del pasado y pedirle que use sus buenos oficios para evitar una decisión judicial. Antes de su detención, en mayo de 2005, Raúl Grajales visitó varias veces la Casa de Nariño. Los registros oficiales muestran que ingresó por lo menos en cuatro oportunidades. Le escribía al Presidente pidiéndole que agilizara trámites de su interés en el Banco Agrario. Además, gracias a su diligencia, la fundación benéfica que presidía en La Unión, Valle, recibió donaciones de la Red de Solidaridad, adscrita a la Presidencia. Allí en Palacio, Grajales conoció un personaje muy particular. Su nombre es Luis Fernando Herrera Zuluaga, pero muchos lo llaman 'la mechuda' o 'mechudo'. 'Mechudo' estuvo vinculado laboralmente a la Presidencia de la República, desde el comienzo del primer gobierno del presidente Uribe. Por esos días, Luis Fernando o 'Mechudo' se presentaba con el pomposo título de 'Asesor para la imagen fotográfica del Presidente de la República'. Los documentos oficiales señalan que -legalmente- su cargo era el de 'Asistente de coordinación 35-33'. Esas funciones las cumplió hasta el 19 de marzo de 2003, pero después de su renuncia siguió frecuentando la sede presidencial y a algunos de sus visitantes, entre ellos Raúl Grajales. A la cárcel de Palmira, según Grajales, 'Mechudo' fue a extorsionarlo. Asegura que después de mencionar sus contactos con la Fiscalía y la DEA le pidió 15 millones de dólares para evitar su extradición. Grajales denunció en una carta el chantaje. Cuando la Unidad Investigativa de El Tiempo publicó el caso, la reacción del Presidente fue llamar a Herrera y mandar a grabar la comunicación para dejar constancia de su disgusto. Es tan evidente que se estaba grabando desde el teléfono de Palacio, que antes de empezar la comunicación se alcanza a oír la agitada voz de la secretaria del mandatario, diciendo en voz baja: "A mí me va a dar un ataque". En la llamada (que ustedes pueden oír completa en Semana.com), el Presidente le dice a Herrera, entre otras cosas: "Estoy muy berraco con usted y ojalá me graben esta llamada", "Y si lo veo, le voy a dar en la cara, marica". Los insultos fueron fuertes, pero no hubo consecuencias. Contra Luis Fernando Herrera no hay ningún proceso judicial en marcha. A su presunta víctima Raúl Grajales, le fue aún mejor. La temida orden de extradición a Estados Unidos, milagrosamente no ha llegado. Todo, a pesar de que hay documentos oficiales que señalan que en la Corte del Distrito Sur de Florida, hay un indictment contra él por conspiración para importar cocaína. Su última hazaña fue enviar un mensaje a un Ministro, cuya identidad se desconoce. El Tiempo informó que en esa carta, Grajales le pide al misterioso ministro que use sus buenos oficios para impedir la captura de su esposa y de sus hijas. Y además le dice: "Ahora quieren abrirme un nuevo caso por Casa Estrella en la cual, usted, Ministro, que antes de ser Ministro es mi amigo, sabe muy bien que hace 19 años ordené se le diera un contrato (…)". Casa Estrella tuvo contratos con una empresa llamada Acción S.A., entre cuyos socios figuró el ahora ministro del Interior y Justicia, Carlos Holguín Sardi. También han hecho parte de la junta directiva de esa compañía dos hijos del Ministro: María Mónica Holguín Molina y Carlos José Holguín Molina, actual embajador de Colombia en Ecuador.