El resultado del pasado partido entre Colombia y Brasil no solo es una victoria más del país para las eliminatorias del Mundial, sino una victoria para la libertad. La euforia con la que ‘Mane’ Díaz celebró los dos goles de su hijo es el ánimo, la emoción y el sentimiento de una Colombia unida frente al secuestro.
En ocasiones como la del partido de la Selección, después del secuestro del papá de ‘Lucho’ Díaz, es en las que se demuestra la importancia del fútbol frente a la unidad nacional. Una unidad que reúne ideales como la paz, la victoria y la libertad que un país como Colombia se ha tardado en alcanzar. A pesar de que todavía hay secuestrados por el ELN, los gritos por los goles de Lucho fueron también gritos por la libertad de los secuestrados.
No es normal que yo hable de fútbol, pero estoy seguro de que el partidazo de Colombia frente a Brasil representó mucho más que una victoria deportiva. Y es que Lucho les regaló al país y a su papá un doblete lleno de significado. Para cualquiera que esté enterado de la realidad del país, ver en pantalla a ‘Mane’ Díaz celebrar los goles de su hijo en libertad fue un bálsamo de esperanza.
La concentración de Lucho durante los 13 días del secuestro de su papá fue ejemplar. Normalmente, los problemas personales obligan a los jugadores a retirarse de la cancha. En esta ocasión, Lucho siguió jugando con el Liverpool, al cual le concedió la victoria. Cuando la mirada internacional estuvo puesta sobre la cruda realidad de Colombia, Lucho se hizo notar frente al mundo, demostrando su profesionalidad como jugador y pidiendo la liberación de su padre con el mensaje “Libertad para papá”. Su comportamiento fue decisivo.
Esa concentración, dedicación y perseverancia que mantuvo el reconocido futbolista es el ejemplo vivo de lo que debería hacer Colombia frente a las atrocidades del secuestro. ¿Para cuándo la terminación de esta práctica criminal?
Mane pudo haber estado todavía secuestrado en la selva, pudo nunca haber vuelto a la casa, pero ahí estaba viendo a su hijo, en el Metropolitano, con la camiseta puesta, en libertad. A pesar de la alegría que genera, todavía hay otros secuestrados.
El presidente de Fedegán y negociador del Gobierno, José Félix Lafaurie, expresó en una de sus más recientes columnas que “no puede haber estratificación de víctimas” y que, por tal razón, la delegación gubernamental ya le exige al ELN la liberación de todas las personas en cautiverio.
La desaprobación de los colombianos con respecto a los diálogos con el ELN ha aumentado con el pasar del primer año de gobierno y el secuestro de ‘Mane’ Díaz ahondó la desconfianza frente al proceso. En aras de la paz, esto no puede seguir pasando en el país.
Los diálogos con esta guerrilla vuelven a México y las delegaciones de las partes tienen que escuchar el mensaje que, en forma de gol, se dijo desde el estadio: ¡Libertad para los secuestrados! Colombia quiere la libertad de todos los secuestrados y ese clamor se ve reflejado en el papá de Lucho. Mensajes como este demuestran que el fútbol en sí es más que patear un balón. El fútbol es un país, el fútbol es una nación que unida podrá ganar cualquier partido.