Indudablemente, la expedición de la Resolución 4760 de este año es un golpe a la seguridad nacional. El gran reto del próximo Gobierno será el tema de la seguridad y defensa de nuestro país y el fortalecimiento de la fuerza pública, que se ha visto mermada no solo en sus capacidades, sino también en la moral.

Con este ‘gobierno’ nada se pudo, y en este ir y venir las que se debilitan son las Fuerzas Militares y se fortalecen las estructuras criminales, que ya son muchas, tengan la denominación que tengan, pues ya la criminalidad se proliferó y campea por todo el territorio nacional.

Es importante aclararle al pueblo colombiano que estas unidades conjuntas que hoy se acaban, no solo desarrollan operaciones militares, sino que cumplen con la misión de hacer presencia y proteger los territorios y con ello a sus habitantes. Colombia es un país de regiones y todas y cada una de ellas tienen marcadas diferencias de todo tipo. Con la organización que se tenía y hoy se borra de tajo, se lograba estabilizar algunas de estas regiones, para que el Estado pudiera consolidar, entrando a impactar positivamente en todo lo social: educación, salud, turismo, economía, infraestructura y demás.

La capacidad de realizar operaciones conjuntas de parte de las Fuerzas Militares y en coordinación con la Policía Nacional, y de manera interagencial con la Fiscalía, para blindar a todos nuestros hombres y mujeres, marcó un antes y un después en la historia reciente del país, convirtiéndose en la columna vertebral para garantizar tanto el control del orden interno, como la seguridad nacional incluso más allá de sus fronteras.

Esto no solo es el pensamiento del general (r) Eduardo Zapateiro Altamiranda, excomandante del Ejército Nacional, que lo hago con el conocimiento y la experiencia de haber podido comandar dos unidades conjuntas como lo son la FUTCO (Fuerza de Tarrea Conjunta Omega) y el CCOES (Comando Conjunto de Operaciones Especiales). Recientemente, el señor vicealmirante Paulo Guevara Rodríguez, a quien también le tocó vivir de primera mano las bondades conjuntas al mando de la Fuerza Naval del Pacífico, fue comandante de guardacostas del Pacífico en Buenaventura 2 años, comandante de la Fuerza de Tarea Contra el Narcotráfico en Tumaco 2 años, comandante de la Fuerza Naval del Pacífico en Málaga 2 años –entre muchas otras responsabilidades a su cargo–, con una experiencia específica navegando en el Pacífico de 7 años, escribió al respecto: “La alta precisión y contundencia en operaciones contra blancos de alto valor estratégico, los certeros golpes a toda la cadena del narcotráfico en tierra, mar y aire, así como el desmantelamiento de grandes redes del crimen transnacional en un trabajo coordinado con la Policía Nacional, entre otros, han posicionado a Colombia como un referente muy exitoso en el contexto internacional, especialmente para naciones amigas en América, Europa y algunos países de África. Estas capacidades diferenciales se han alcanzado gracias al trabajo de líderes visionarios, mandos medios comprometidos y tropas dispuestas a dejar hasta su vida –si fuese necesario– en cada entrenamiento, en cada operación. La experiencia en el campo de combate, el excelente comando y control, el empleo eficiente de los medios, pero especialmente el trabajo conjunto y coordinado, han sido los pilares de estos logros emblemáticos”.

El daño causado a la seguridad nacional es muy alto, y así lo quieran explicar favorablemente para buscarle una salida al tema coyuntural de la decisión es un cambio en reversa, es retroceder en la doctrina conjunta. Finalmente, el que pierde es el país.

A partir del año 2003, con la creación de la Fuerza de Tarea Omega, la historia de la seguridad de los colombianos comenzaba a escribirse de una manera diferente. Las operaciones conjuntas permitieron asestar los más fuertes golpes a los grupos armados: operaciones como Fénix, en la cual se neutralizó a alias Raúl Reyes; operación Gato Negro, que permitió la captura del narcotraficante Fernandiño; la operación Jaque, en la cual se logró la liberación de varias personas que llevaban años secuestradas y sometidas a toda clase de vejámenes; la operación Odiseo, en la cual se neutralizó en combate a alias Alfonso Cano; la operación Sodoma, en la cual fue abatido alias Mono Jojoy; la emblemática operación Camaleón, que culminó con el rescate de tres oficiales de la Policía y un suboficial del Ejército; la operación Ezequiel en Caquetá, en la cual se neutralizó a alias Rodrigo Cadete, cabecilla del GAO-r 62, y muchísimas operaciones más en las cuales se logró capturar o neutralizar diferentes objetivos de alto valor estratégico, objetivos de alto valor nacional y objetivos de alto valor regional. Y con este esfuerzo del trabajo conjunto los obligaron a buscar refugio, buscando áreas de retaguardia fuera de nuestras fronteras, lo cual, de una u otra manera, fue determinante para llevar a las Farc a la mesa de negociación, hacia el mejor acuerdo posible, aunque al final no lo fuera.

Hoy una firma cierra el capítulo de esa “conjuntez operacional”, no solo de la historia militar, sino de la historia de la nación, pues el Ministerio de Defensa mediante Resolución 4760 del 1.° de noviembre de 2024, avala la Disposición 040 emitida por el señor almirante comandante general de las Fuerzas Militares, mediante la cual “modifica” los comandos conjuntos y suprime, además de las fuerzas de tarea, a los comandos específicos, unidades que llevan el mayor peso operacional contra los diferentes grupos armados ilegales. El único perdedor es nuestro país, referente en este tipo de organización y muy probablemente sean las estructuras criminales las beneficiadas, marcando un hito en la historia de nuestra nación solo por falta de visión estratégica.

Cambiar las Fuerzas de Tarea Conjuntas, por Fuerzas de Tarea Adscritas a cada una de las fuerzas, debilita las capacidades y hace más lenta la respuesta, pues la pretendida coordinación sin duda va a significar dejar a los comandantes con la responsabilidad, pero sin las herramientas para dar los resultados. El éxito de las operaciones conjuntas está precisamente en la posibilidad de disponer estratégicamente de las capacidades de cada una de las fuerzas para apoyar la operación en cabeza del Comando General. Esta es la razón de ser del Comando General, el cual, a partir de ahora, se convierte solamente en un enlace entre el estamento político y el militar.